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Eutanasia en Argentina: las voces que piden el derecho a morir con dignidad

© Foto : Pixabay/truthseeker08 Una persona sosteniendo la mano de un paciente
Una persona sosteniendo la mano de un paciente - Sputnik Mundo, 1920, 27.04.2021
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La expansión de derechos vive un momento histórico en Iberoamérica luego de que en 2021 diferentes países aprobaran o avanzaran leyes de legalización o despenalización de la muerte asistida para enfermos terminales o que conllevan un sufrimiento intolerable. Argentina también busca ser parte de esta marea y empuja por un proyecto propio.
En Países Bajos, Bélgica, Luxemburgo, Canadá, Nueva Zelanda y Colombia la eutanasia ya es legal. Portugal la despenalizó en enero de 2021, Perú autorizó en febrero un caso que sienta jurisprudencia, España aprobó su legalización y regulación en marzo, y Chile le dio media sanción a un proyecto de ley en abril.
Mientras tanto, en Argentina, un país emblema de los derechos humanos, impulsan un proyecto sin más demoras, que se conoce internamente como ley Alfonso.
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América Latina
El dilema de la eutanasia: ¿capitulación ante la enfermedad o muerte digna?
Alfonso Oliva tenía 31 años cuando comenzó con síntomas de esclerosis lateral amiotrófica (ELA), una enfermedad neurológica degenerativa por la cual progresivamente, en un período de cinco años, fue perdiendo la capacidad de mover sus dedos, manos y piernas, de hablar, masticar y tragar, dejándolo sin control sobre el conjunto de sus músculos con excepción de sus ojos.
"Cuando lo conocí, Alfonso estaba postrado en una silla de ruedas, con cuatro, cinco personas que lo atendían, además de la familia, alimentado por una sonda que le iba directamente al estómago y se comunicaba a través de su computadora, pestañando", dijo a Sputnik Carlos Pecas Soriano, médico emergentólogo retirado y referente en bioética en el país.
Soriano es autor de una ley aprobada en 2012 en la provincia de Córdoba (centro) que defiende el derecho de pacientes terminales a rechazar tratamientos que alarguen la vida. Fue contactado en 2018 por la familia de Alfonso, quien contaba que su mayor temor era morir ahogado cuando la enfermedad se adueñara de sus pulmones.
"Alfonso escribió una carta a su abogada en la que decía de manera clara y precisa que no quería una ley de eutanasia para él porque no la iba a poder ver, pero quería que le prometiéramos que se iba a tratar. Nos conmovió mucho. Decía que lo que más extrañaba era hacer el amor, jugar al fútbol y comer. Sufría tanto que a la noche soñaba que bailaba y corría, pero se despertaba en esa pesadilla. Para él esa no era una vida digna", contó.
Como muchas personas en situaciones similares, demandaba la ayuda de profesionales de la salud que lo ayudaran a morir en paz, el derecho al suicidio asistido, una opción que no existe en Argentina sin riesgos penales y carga emocional para los allegados.
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Alfonso murió en 2019, a los 37 años. Dos años después, Soriano y las diputadas nacionales Gabriela Estévez, del oficialismo, y Brenda Austin, de la oposición, tienen listo el proyecto de ley que redactaron, que será presentado en el Congreso inminentemente, cuando el contexto epidemiológico permita su tratamiento.

Muerte digna, eutanasia y paliativismo

Alfonso, a diferencia de alguien amparado por la ley de muerte digna, no tenía una enfermedad terminal como un cáncer, por lo que no tenía la opción de no tomar un medicamento o no someterse a una quimioterapia. Lo único que podía hacer era rechazar el uso permanente de un respirador o pedir no ser más alimentado, lo cual implicaba morir en agonía.
La ley diseña un protocolo para que solo puedan pedirlo personas con enfermedades graves incurables y que por su naturaleza impliquen el sufrimiento físico o psicológico constante o insoportable, que no tenga posibilidad de alivio tolerable, con un pronóstico de vida limitado y en un contexto de fragilidad progresiva. Recibirían pastillas o una inyección que terminaría sin dolor con la vida.
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De aprobarse la ley, quienes lo soliciten deberán someterse a pericias clínicas independientes, afines a las patologías, y a una consejería para evaluar sus estados mentales, con el objetivo de que no hubiera abusos a la ley, que todas las alternativas de tratamiento paliativo se hayan cumplido y para asegurarse de la decisión voluntaria y lúcida del paciente. También contempla la objeción de conciencia para los profesionales.
"Claudia, mi hija mayor, tuvo un cáncer de ovarios muy agresivo, estuvo cinco años peleándola, cuando el pronóstico era de dos años. Ella quería vivir, pero llegó un punto en que era irreconocible, por tanta tortura en su cuerpo, tantos tratamientos, tantas operaciones. El último tramo fue terrible, era piel y huesos. Le preguntó a la médica: 'A tu criterio, ¿cuándo es basta?'", dijo a Sputnik Elisa Kuky Lisnofsky.
Kuky es creadora del grupo Eutanasia: Derechos y Final de Vida, en la red social Facebook, que cuenta con más de 1.300 miembros. Es una de las tantas mujeres que impulsa la legalización, en memoria de lo que vivió su hija Claudia Saposnik, quien falleció a los 52 años, en 2019, sin que se le reconociera su expresa voluntad de morir en sus términos, respaldada por su familia.
"No fue escuchada. Todos pensábamos que tenía que terminar porque era muy injusto y cruel seguir así. Ahí aparecieron las palabritas 'moral', 'ética' y le daban lo que se llaman 'rescates', inyectables para seguir estirando la agonía. ¿De qué pensarían que la estaban rescatando?", cuestionó.
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Lisnofsky destacó que los cuidados paliativos cumplen una función importantísima en el fin de vida sin dolor y con acompañamiento, pero solo el 14% de la población accede a ellos, lo que demostraría la falta de difusión sobre los derechos de los pacientes que existe de parte de las instituciones médicas, "que siguen teniendo el poder sobre la vida y sobre la muerte".
"En la cultura occidental y cristiana hay una negación de la muerte. Pero la vida y la muerte son una unidad indisoluble. La muerte es vida vivida y la vida muerte que viene. A nadie se le ocurriría decir que no es un derecho humano tener una vida digna. ¿Por qué parece tan difícil pensar en el derecho a morir dignamente?", interpeló.
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