- Sputnik Mundo, 1920, 11.02.2021
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Benidorm 2021: el año clave para este icono del turismo español

© Sputnik / Alberto García PalomoPanorámica de Benidorm con el lema turístico de 2020
Panorámica de Benidorm con el lema turístico de 2020 - Sputnik Mundo, 1920, 19.06.2021
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La localidad alicantina, marcada por décadas de visitas masivas, prepara la temporada con una mezcla de ilusión y temor. Su modelo se enfrenta al cataclismo provocado por la pandemia y sus restricciones o al ejecutado Brexit.
Corrían los años sesenta y el reclamo Spain is different atraía a locales y extranjeros. La costa brindaba sol, playa y sangría. El lema llenaba las tumbonas de visitantes foráneos que se rendían al calor patrio y de familias que prosperaban levemente tras décadas de dictadura y posguerra.
Poco a poco, el Mediterráneo se veía más como una postal de toallas y chiringuitos que como un vergel de cañas y barro. Y en la provincia de Alicante, enclavada en una doble hondonada, despegaba el mito: Benidorm, localidad acostumbrada a la actividad pesquera, iniciaba una transformación sorprendente.
© Sputnik / Alberto García PalomoUna imagen de una playa de Benidorm en el mes de abril
Una imagen de una playa de Benidorm en el mes de abril - Sputnik Mundo, 1920, 17.06.2021
Una imagen de una playa de Benidorm en el mes de abril
En su orilla proliferaban los apartamentos vacacionales, cada vez con más plantas. El clima suave a lo largo del año y los kilómetros de arena fina lo convertían en un paraíso para el asueto de jubilados, jóvenes con ganas de guateque y parejas en escapada romántica. Benidorm se erigía como el destino turístico por antonomasia de una España desarrollista. Su fórmula infalible de diversión o sosiego y un modelo único de planificación urbanística aupaban a este municipio a la categoría de icono.
A finales de los ochenta, con Los Nikis tarareando eso de "voy a Benidorm" y un país deseoso de darle color a la realidad, esta ciudad gozaba de un relato y una marca propia cuando todavía no se hablaba de relatos ni marcas propias. De los poco más de 6.000 habitantes que sumaba en 1960 pasaba a los 40.000 de 1989. Y de esos 40.000 a los 70.450 censados actualmente. Todo cabía en este municipio del litoral. Desde los vascos o madrileños que cambiaban el frío y la ciudad por brisa salina y la piel dorada a los europeos que empeñaban sus abultadas pensiones en cócteles y bronceador.
Benidorm ya era Beniyork, la Manhattan del Mediterráneo: los apenas 38 kilómetros cuadrados de superficie en todo el término metropolitano se plagaban de rascacielos, restaurantes, bares y actividades acuáticas. Las televisiones nacionales usaban imágenes de sus playas como termómetro para evaluar los movimientos en carretera. Las extranjeras, para mostrar la juerga nocturna que esperaba a una hora del aeropuerto de Alicante. En 2019 registraron 16,2 millones de pernoctaciones, solo por detrás de Madrid, Barcelona y San Bartolomé de Tirajana, en Canarias (con 22,6 millones, 22,1 y 17,1, respectivamente).
Un récord que parecía imparable: Benidorm no entendía ni de temporadas ni de estaciones. La ocupación media se situaba en torno al 80% de enero a diciembre. Y en los meses pico podía reunir a 400.000 personas, que creaban una alfombra de sombrillas en sus playas y prendían su famoso skyline durante la madrugada.
© Sputnik / Alberto García PalomoDiscoteca Penélope, en las afueras de Benidorm, cerrada desde la pandemia
Discoteca Penélope, en las afueras de Benidorm, cerrada desde la pandemia - Sputnik Mundo
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Discoteca Penélope, en las afueras de Benidorm, cerrada desde la pandemia
© Sputnik / Alberto García PalomoUn bar de Benidorm, cerrado desde la pandemia
Un bar de Benidorm, cerrado desde la pandemia - Sputnik Mundo
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Un bar de Benidorm, cerrado desde la pandemia
© Sputnik / Alberto García PalomoDiscoteca Fun Factory, en las afueras de Benidorm, cerrada desde la pandemia
Discoteca Fun Factory, en las afueras de Benidorm, cerrada desde la pandemia - Sputnik Mundo
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Discoteca Fun Factory, en las afueras de Benidorm, cerrada desde la pandemia
© Sputnik / Alberto García PalomoUn cartel en un bar de Benidorm, cerrado desde la pandemia
Un cartel en un bar de Benidorm, cerrado desde la pandemia - Sputnik Mundo
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Un cartel en un bar de Benidorm, cerrado desde la pandemia
© Sputnik / Alberto García PalomoDiscoteca Ku, en las afueras de Benidorm, cerrada desde la pandemia
Discoteca Ku, en las afueras de Benidorm, cerrada desde la pandemia - Sputnik Mundo
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Discoteca Ku, en las afueras de Benidorm, cerrada desde la pandemia
© Sputnik / Alberto García PalomoUn cartel en un bar de Benidorm, cerrado en el mes de abril
Un cartel en un bar de Benidorm, cerrado en el mes de abril - Sputnik Mundo
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Un cartel en un bar de Benidorm, cerrado en el mes de abril
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Discoteca Penélope, en las afueras de Benidorm, cerrada desde la pandemia
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Un bar de Benidorm, cerrado desde la pandemia
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Discoteca Fun Factory, en las afueras de Benidorm, cerrada desde la pandemia
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Un cartel en un bar de Benidorm, cerrado desde la pandemia
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Discoteca Ku, en las afueras de Benidorm, cerrada desde la pandemia
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Un cartel en un bar de Benidorm, cerrado en el mes de abril
Hasta que llegó el COVID-19. En marzo de 2020, cuando casi ni se intuía una pandemia, el estado de alarma dejaba en el aire el futuro de esta ciudad cuyo nombre, y economía, es sinónimo de turismo. A los hoteles y las agencias les llegaba un alud de cancelaciones. El consistorio se preparaba para un periodo de incertidumbre e inauguraba el verano con una inédita separación de la arena en parcelas.
Tras el receso estival, sin embargo, embistió otro tsunami. Esta vez el de las restricciones severas, provocado por las olas consecutivas de coronavirus. En la Comunidad Valenciana se prohibieron desplazamientos entre núcleos urbanos, se cerró la hostelería y se adelantó el toque de queda. Un revés que hizo resoplar a sus vecinos: en junio se restablecieron parte de las rutinas anteriores y la autonomía encabeza una de las incidencias más bajas.
A las discotecas, clausuradas desde el inicio de la epidemia, se añadió la mayoría de alojamientos, tiendas y diferentes negocios. Solo 10 de los 150 hoteles existentes siguieron ofreciendo sus servicios. El resto puso el pestillo junto a un eslogan que suena a una mezcla agria de entusiasmo y anhelo: "Benidorm te espera". Sin contar con los últimos coletazos de un Brexit ejecutado en enero o las limitaciones de otros países europeos.
Mientras, el Ayuntamiento anunciaba una inversión histórica en seguridad y modernización con la vista puesta en 2021, fecha crucial. ¿Sobrevivirá Benidorm a un año clave, tanto para el futuro de la localidad como para el del continente? En unos vence el desánimo. En otros se impone el optimismo. "Será una catástrofe. Peor que 2020", dice la empleada de una agencia inmobiliaria vacía: los pronósticos en su sector hablan de un descenso del 70% en las inversiones.
En el consistorio, no obstante, se mantiene la esperanza. "Muchos tuvieron que irse sin disfrutar de sus vacaciones, pero algunos han vuelto con un mensaje claro: se está mejor en Benidorm que en tu propia casa", indica Toni Pérez, el alcalde de la ciudad.
Pérez, regidor de la urbe desde 2015 con el Partido Popular, no escatima al tachar de "brutales, de drama" las cifras impuestas por el COVID-19, pero confía en la recuperación. "En Benidorm el turismo lo es todo. Pero no porque haya venido turismo de fuera, sino porque en el siglo pasado se preparó para que fuera la primera gran ciudad europea en el turismo global", adelanta, incidiendo en ese carácter "excepcional" que la convierte en un abanico de posibilidades: "Hay un Benidorm para cada instante y para cada persona", remarca, como una cuña publicitaria.
La industria, efectivamente, constituye la base de la localidad alicantina e impulsa al resto de la región. En la tabla del empleo gana por goleada el sector servicios, con un 89% de las personas ocupadas (21.370 de 24.010). Le sigue la construcción o la agricultura, en mucha menor proporción. La tasa de paro rozaba en marzo el 30% (unas 9.000), frente al 16% de media nacional. Un dato que Pérez lamenta, defendiendo que Benidorm genera hasta 60.000 puestos de trabajo "para quienes están y para quienes no están empadronados". Además, esta bahía tiene fama de acoger a todos los bolsillos. Con una renta media de 22.983 euros, por debajo de los 29.132 de España, sus encantos encuentran adeptos desde lo humilde hasta lo elitista.
© Sputnik / Alberto García PalomoUna inmobiliaria de Benidorm, cerrada en el mes de abril
Una inmobiliaria de Benidorm, cerrada en el mes de abril - Sputnik Mundo
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Una inmobiliaria de Benidorm, cerrada en el mes de abril
© Sputnik / Alberto García PalomoUna oficina de turismo y 'tours' de Benidorm, cerrada en el mes de abril
Una oficina de turismo y 'tours' de Benidorm, cerrada en el mes de abril - Sputnik Mundo
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Una oficina de turismo y 'tours' de Benidorm, cerrada en el mes de abril
© Sputnik / Alberto García PalomoUn ciudadano pasa por delante de un edificio del paseo marítimo de Benidorm, con varios apartamentos en venta
Un ciudadano pasa por delante de un edificio del paseo marítimo de Benidorm, con varios apartamentos en venta - Sputnik Mundo
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Un ciudadano pasa por delante de un edificio del paseo marítimo de Benidorm, con varios apartamentos en venta
© Sputnik / Alberto García PalomoUna agencia de viajes de Benidorm, cerrada desde la pandemia
Una agencia de viajes de Benidorm, cerrada desde la pandemia - Sputnik Mundo
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Una agencia de viajes de Benidorm, cerrada desde la pandemia
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Una inmobiliaria de Benidorm, cerrada en el mes de abril
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Una oficina de turismo y 'tours' de Benidorm, cerrada en el mes de abril
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Un ciudadano pasa por delante de un edificio del paseo marítimo de Benidorm, con varios apartamentos en venta
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Una agencia de viajes de Benidorm, cerrada desde la pandemia
Culpa el regidor a un virus que no entiende de geografías y al que solo se le puede plantar cara con medidas de seguridad y ciencia. "Hace falta un plan de vacunación rápido y efectivo. Al final de todo esto, debe quedar constancia de que los grandes destinos son seguros", zanja, orgulloso de gozar de las herramientas adecuadas para enfrentarse ("ojalá no") a otra pandemia. Desde el Ayuntamiento, además, se reseña un plan de futuro que cuenta con la sostenibilidad o la creatividad entre sus ingredientes principales. El presupuesto calculado es de cuatro millones hasta cumplir con la llamada Agenda 2030. Atesora partidas para infraestructuras o planificación urbana, diversificando el turismo y abogando por la inteligencia o la tecnología.
Aunque es complicado. Las vigas del sistema siguen ahora en un terreno pantanoso debido a la imposibilidad de viajar y al temor a nuevas sacudidas de COVID-19. Leire Bilbao, gerente de Visit Benidorm, el organismo encargado de promocionar la ciudad, atestigua que esta urbe "es y ha sido diseñada para el turismo, ofrece 65.000 camas". Desde sus inicios, se ideó como un objetivo vacacional abierto a extranjeros y autóctonos, plural. El perfil contemporáneo, detalla la encargada, es de casi la mitad, un 50/50, de "mercado nacional y extranjero". Dentro de este, el 40% es de Reino Unido, aunque atrae a holandeses, belgas, portugueses o noruegos.
Y es cierto. Dividida en dos playas (Levante y Poniente), Benidorm es una amalgama de idiomas y costumbres. Cada uno de sus rascacielos es una Torre de Babel en donde se escuchan múltiples idiomas. Ahora lucen carteles de "Se vende" o "Se alquila" en varias traducciones. Por el paseo marítimo se leen reclamos en inglés, platos típicos de otras latitudes y ofertas en bebidas alcohólicas. Los oriundos se mezclan con los de fuera en un clima en el que, como acaba de retratar Isabel Coixet en la película Invierno en Benidorm, prima la voluntad por ser feliz: hay quien observa la inmensidad del mar con visera y crema protectora, quien ejercita músculos en los parques y quien da rienda suelta a su carro mecanizado para esquivar viandantes.
"Desde septiembre llevamos aquí", atestiguan Ramón y Pilar, dos jubilados de 81 y 74 años de Madrid sentados en un banco, "hay buena sanidad y se está muy bien". "Aquí disfrutábamos muchísimo de la hostelería, que ha caído", alegan Carmen, Koldo y Luis, tres vizcaínos de entre 63 y 74 años que apuran botellines y vinos en una callejuela del centro. Robert, dueño de un local en primera línea, asegura que "aquí hay trabajo, pero ahora muy poco". Sigue abierto de milagro: "Si esto sigue así, tendré que cerrar", protesta. "Me he metido a estudiar, porque no hay nada", alega Rocío, una argentina de 39 años acostumbrada a surfear los meses de contrato en contrato.
Barcelona, España (imagen referencial) - Sputnik Mundo, 1920, 17.06.2021
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Wadas Ahmed, tendero paquistaní de 36 años, ilustra esa nada en su tienda. En pleno casco antiguo, a unos metros del castillo y el mirador, en su establecimiento solo se oye el motor del frigorífico. "En este sitio hay mucho turista; este año muy mal", sintetiza este ahijado de la ciudad desde hace 14 años. Antonio de Mata, guitarrista acostumbrado a animar veladas del Imserso o aperitivos en grandes salones, lamenta la inactividad tocando una rumba y poniendo la gorra para ganar unas monedas. Ana, encargada desde hace 10 años de un sex-shop en la zona de ambiente, piensa que es "como empezar de nuevo". Y Quim Correas, vendedor de bolsos de 60 años, confirma la opinión con una mueca de cansancio y un movimiento de brazos hacia lo que pasa alrededor: el silencio se adueña de una ciudad habitualmente rendida al alboroto.
Ocurre lo mismo en las zonas más alejadas. El Benidorm Palace, un teatro de estética kitsch a las afueras, se ha quedado sin funciones. Los toboganes de los dos parques acuáticos se adivinan secos y en los campings sobran las parcelas inermes. Los clubes del interior que hacían de este enclave un punto vibrante en las guías sobre juerga nocturna (Penélope, Ku o Privilege) parecen almacenes desvencijados. Y en un aparcamiento próximo se acumulan autobuses, furgonetas y paneles de rutas turísticas.
Juan José Pérez, presidente de AVIBE (Asociación Empresarial de Agencias de Viajes de Benidorm y Costa Blanca) hace aún más tétrica la panorámica sentándose en medio del asfalto, sin tráfico. "El 40% de turistas en España viene por agencia, y aquí el 80% de británicos lo hace por turoperadores", expone, tildando la situación de "dramática".
"Nuestra facturación ha caído un 90% y se calcula que una de cada tres empresas cerrará", sostiene el responsable, de 34 años, mostrándose crítico con las ayudas de diferentes administraciones y convencido de que otro verano como el de 2020 será insoportable para muchas compañías: "2021 va a ser muy delicado".
"Hablamos de 2019 como el año pasado porque 2020 lo hemos borrado. Otro así sería la ruina", asevera Ricardo Sánchez, director del hotel Cimbel, uno de los más emblemáticos de la ciudad. En los sillones del vestíbulo, Nuria Montes es categórica: "2021 es crucial, porque no podemos permitirnos otro verano en blanco". La secretaria general de Hosbec, la patronal hotelera y turística, estima que el sector factura entre 1.000 y 1.200 millones de euros al año, salvo en circunstancias como las actuales.
"Benidorm es, junto con Las Vegas, una ciudad creada para el turismo. Saldremos dañados, pero más fuertes", apunta.
Su modelo, como expresaba Leire Bilbao, es resiliente. A pesar de meter todos los huevos en la cesta del turismo, ha sorteado obstáculos históricos. Desde la crisis del petróleo en 1973 al boom bursátil del 2008. Francisco Amillo, catedrático de Historia y autor de varios libros sobre la ciudad, recorre su trayectoria en un recodo del Rincón de Loix, bajo la protección, a lo alto, de una cruz levantada por devotos contra las obscenidades de la playa. Benidorm, recuerda, era una tierra de pescadores que mutó en el folclore.
© Sputnik / Alberto García PalomoPanorámica de Benidorm desde la playa de Poniente en el mes de abril
Panorámica de Benidorm desde la playa de Poniente en el mes de abril - Sputnik Mundo, 1920, 17.06.2021
Panorámica de Benidorm desde la playa de Poniente en el mes de abril
Fue Pedro Zaragoza, alcalde entre 1950 y 1967, quien alteró su sino: acabó con la almadraba, un tipo de pesca tradicional que nació en estas aguas, planificó una reconversión urbanística y permitió la construcción de la primera pensión. A la vez, organizó el Festival de la Canción (con participantes como Julio Iglesias o Raphael) y permitió el bikini, para enfado de los pacatos vecinos e incluso del Caudillo: una leyenda sin corroborar narra cómo Zaragoza se acercó en Vespa hasta El Pardo (el palacio de Francisco Franco) para pedirle su beneplácito. Lo obtuvo y varias personalidades —desde modelos hasta la poeta Silvia Plath— se dejaron ver rebozadas en espuma con este escandaloso traje de baño.
La urbe "ha pasado por muchos momentos malos y los ha pasado bien", arguye Amillo, convencido del poder de Benidorm. "Este modelo económico se recuperará de este incidente tan grave", insiste, alabando la sostenibilidad del trazado compacto, el que inauguró el apodo de "playa urbana". "El 50% de la superficie está protegida y para el agua, el transporte o la recogida de basuras es mucho más eficiente", explica, nombrando a algunos arquitectos esenciales (como Francisco Muñoz, que proyectó el primer rascacielos, de 15 plantas) y la normativa para que toda edificación contemple zonas verdes y permita otear la playa desde la terraza.
"Cabe preguntarse si el modelo de Benidorm no ha sido uno de los más sostenibles del litoral español por aspectos como el poco territorio consumido, apenas unas pocas hectáreas, o la bajísima utilización del transporte privado, ya que cualquier lugar de la población se encuentra a una distancia de la playa no superior a 10 minutos andando", anotan Carlos Ferrater y Xavier Martí, arquitectos galardonados con el Premio Nacional de Arquitectura de 2011 por el Paseo de La Playa de Poniente de Benidorm. Lo escriben en el volumen colectivo Ensayo y error Benidorm, editado por Barrett. Su orientación y temperaturas también ahorran en electricidad, esgrime Bilbao. Y el Parque Natural de Serra Gelada añade un páramo de diversidad y recreo deportivo a sus espaldas.
A pesar de todo esto, Benidorm ha sido vilipendiada por su estética y su democratización del turismo. La exclusividad de Marbella o Ibiza pesaban sobre esta urbe levantina, acusada de hortera o de antihipster. Un desprecio infundado para Michelle Baker, periodista de 51 años nacida en Birmingham: "Esta ciudad sobrepasa tus expectativas", defiende, convencida de que quien prueba, vuelve. Residente en la zona desde hace 37 años, en 1998 Baker lanzó el Round Town Times, un diario en inglés con una tirada mensual de 25.000 ejemplares.
© Sputnik / Alberto García PalomoPanorámica de Benidorm en el mes de abril
Panorámica de Benidorm en el mes de abril - Sputnik Mundo, 1920, 17.06.2021
Panorámica de Benidorm en el mes de abril
"Era la biblia del turista", defiende tras cerrarlo por falta de financiación. "Dependemos de la publicidad, y con la pandemia se perdió todo. Además, está el Brexit, que impide quedarse más de 90 días u otras cosas pequeñas, como traer mascota. Ha sido la tormenta perfecta", zanja, antes de desenfundar el móvil para colgar un vídeo en sus redes: a través de ellas sigue informando a sus compatriotas, a pesar del parón obligado. Es, advierte Baker, para cuando todo acabe.
¿Pronto? Nadie sabe. Quizás después de este año decisivo, sugiere Baker, mirando a un horizonte que, desde hace meses, se funde a negro al atardecer.
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