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Cuba: rostros y testimonios de las manifestaciones del domingo 11 de julio

© Danay Galletti HernándezGuido Arredondo
Guido Arredondo - Sputnik Mundo, 1920, 17.07.2021
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Guido Arredondo nació en la Cuba de 1947, en un bohío —casa rectangular de troncos de árbol— de Camagüey, hijo de campesinos pobres y sin energía eléctrica. 74 años después, llora frente a las cámaras de Sputnik mientras relata lo sucedido el domingo 11 de julio en las inmediaciones de su centro laboral, ubicado en el Centro Habana.
"Vimos a grupos de personas bajar por la calle Trocadero y formar una concentración bastante numerosa. Nadie me movilizó, cuando supe de lo sucedido vine a defender mi espacio laboral. No creo que estuvieran en son de paz, su actitud era beligerante y agresiva. Nosotros solo teníamos banderas y consignas revolucionarias", explicó.
El anciano es uno de los responsables de la seguridad y protección de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC) en la provincia La Habana, capital del país con el índice más bajo de criminalidad de las Américas, según un informe difundido en julio de 2020 por la plataforma Numbeo, base de datos mundial sobre tasas de delincuencia percibida, calidad de la atención médica, entre otros asuntos.
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"Cuando pasaron específicamente por aquí nos vociferaban: únanse, arriba únanse, que hasta aquí llegó el comunismo. Nosotros les respondimos con Patria o Muerte, Viva la Revolución, Viva nuestro presidente. Todo el mundo tiene derecho a pensar como quiera, pero bajo el respeto y la integridad de los demás", refirió.
A los gritos de "¡Abajo el comunismo!", "¡Patria y Vida!" y calificativos contra el primer mandatario, Miguel Díaz-Canel, Guido y sus compañeros de trabajo decidieron salir de la sede de la CTC. El anciano recordó entonces que el denominado Maleconazo, el 5 de agosto de 1994, fue mucho menos violento y vandálico que los sucesos del pasado día 11.
Aquel verano, hace ya 27 años, la economía del país estaba en crisis y, como ahora, escaseaba la comida, medicinas, combustible y la nación caribeña experimentaba prolongados apagones. También ocurrieron, como en los disturbios del domingo 11, hechos delictivos vinculados al destrozo y saqueo de tiendas y exclamaciones antigubernamentales.
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Hoy, la mayor de las Antillas experimenta su mayor pico de la pandemia: al cierre del jueves 15 de julio el país reportó 6.460 nuevos casos y 65 fallecidos. Sumado a ello, el recrudecimiento del bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por Estados Unidos impide la adquisición de insumos básicos para el funcionamiento social y el propio enfrentamiento a la pandemia.
"Para mí la Revolución es como un padre honrado, no le puede dar a sus hijos lo que no tiene. No existe familia cubana que no esté afectada por esa política unilateral de manera directa o indirecta. Es como si nos amarran y nos dijeran defiéndete o como a alguien al que le peguen tres tiros y luego le den una aspirina", señaló Guido.

Heridos en las protestas

La pinareña Lisette Domínguez acompañó a uno de sus compañeros de trabajo al hospital. Antes, ambos cumplían con lo que en Cuba se denomina guardia obrera que incluye el cuidado del inmueble y sus recursos. Cuando salieron del lugar para, a su juicio, respaldar la Revolución, los manifestantes comenzaron los ataques con piedras.
"No era una protesta pacífica. Varios de nosotros resultaron heridos y uno de ellos tiene siete puntos en la cabeza como consecuencia de un objeto contundente. Logramos sacarlo lleno de sangre y llevarlo a una institución sanitaria. Quedamos en el medio, justo en la esquina del malecón, entre dos grupos y mientras más alzamos nuestras banderas, más agresiones recibimos", puntualizó a Sputnik.
Igualmente, escuchó voces que reclamaban la renuncia de Díaz-Canel y, según confesó, es la primera vez en sus casi cinco décadas de existencia que vivencia acontecimientos similares. "Unido a las carencias que ya tenemos ahora debemos reparar todo lo destruido en los disturbios y la sociedad tampoco podrá adquirir los insumos robados", advirtió Domínguez.
A Yordani Crespo le dieron con una piedra en la cabeza; además fueron agredidos otros profesores de la Universidad de Ciencias Informáticas (UCI), ubicada en la carretera a San Antonio de los Baños, poblado de Artemisa donde comenzaron los hechos alrededor de las once y media de la mañana hora de Cuba, que luego se extendieron a varias provincias del país.
"Estábamos en un recorrido por las facultades, vimos las imágenes del presidente y su llamado a salir a las calles para dialogar entre cubanos. Fui con mi mochila y una bandera y, a nuestra llegada a Artemisa, la gente nos estaba esperando con piedras y palos, pero ninguno resultó dañado, después empezó a llover y la movilización se dispersó", contó a Sputnik.
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Una realidad diferente encontraron en el habanero municipio de 10 de Octubre: las calles llenas de piedras, palos, botellas rotas y cestos de basura virados. Reveló que algunas personas estaban sin pulóver, descalzos e, incluso, los primeros en acercarse, no portaban mascarillas y con claras evidencias de haber ingerido bebidas alcohólicas.
"Fue entonces cuando comenzó la embestida. Uno de los profesores tiene una herida de tres puntos encima de la ceja y otra de un punto al costado de la nariz. A una académica le partieron la cabeza. A mí una piedra me dio en la nuca y algunos presentan lesiones en la espalda y las piernas. Tenemos muchas vías para plantear las diferencias e inconformidades. Esa no era", aseveró.
Posee una imagen dolorosa de aquel día. Argumentó que ellos fueron totalmente desarmados mientras los provocadores del disturbio portaban armas blancas e, incluso, el primer disparo con arma de fuego salió de su lado. Consideró que, actualmente, la tranquilidad se respira en las ciudades de Cuba.
"Con las mismas piedras que nos tiraron tuvimos que defendernos. No todos los videos que circulan en las redes sociales revelan lo que sucedió. Cuando llegamos la Policía no estaba agrediendo a nadie, estaba para cuidar y mantener el orden público, pero cuando comenzaron a tirar las botellas y sacar los punzones, envueltos en ropas y cartones, ya sí tuvo que intervenir", recordó Crespo.
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El joven, asimismo, colabora como voluntario en el Centro de Aislamiento de la UCI con personas positivas al COVID-19. "Yo fui atacado y no sé si el día de mañana ellos estarán en ese espacio donde atiendo a los pacientes. Garantizamos todas las comidas y meriendas de los ingresados y la limpieza de los apartamentos para que ellos solo se concentren en su recuperación", concluyó el profesor.

En Bauta, ¿había pueblo?

¡Patria y Vida! —frase acuñada por la oposición y que corresponde al título de una canción de músicos exiliados cubanos—, también se escuchó en Bauta, otro de los municipios artemiseños donde hubo protestas. Allí acudió el profesor de la UCI Leodani Polanco quien, durante el inicio y desarrollo de los sucesos, estaba en su casa con su esposa y dos hijos.
"Vi cuando el presidente acudió a San Antonio. Luego comenzó una campaña en las redes para que los manifestantes se quitaran la mascarilla y expandieran la pandemia, inundaran los hospitales y colapsaran el sistema de salud. Puedo decir que, mi primera impresión, fue que allí el pueblo realmente protestaba por todas las necesidades económicas actuales", reconoció a Sputnik.
No obstante, tiempo más tarde, la aparente paz fue sustituida por una lluvia de piedras que no distinguía entre los protagonistas de la protesta y los afectos a la Revolución: "¿Qué teníamos nosotros para responder? Las piedras que ellos nos estaban tirando. Los policías tenían sus armas en la cintura y nunca vi desenfundar ninguna".
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