Las torres humanas de Cataluña vuelven a subir al cielo tras la pandemia
© AP Photo / Emilio Morenatti
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BARCELONA (Sputnik) — La relajación de restricciones para frenar el COVID-19 llegó al mundo de los "castells", las emblemáticas torres humanas de Cataluña que después de un año y medio pueden volver a acercarse al cielo.
Galardonados con la distinción de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO, los "castells" son un sello de la cultura catalana que se perdió por completo durante la crisis sanitaria.
El virus que impidió los abrazos también afectó al desarrollo de una práctica que está basada en el estrecho contacto físico de decenas de personas, entrelazadas para formar impresionantes construcciones de carne y hueso que pueden llegar a los diez pisos.
Un nuevo protocolo aprobado por el Gobierno de Cataluña este septiembre autorizó las torres de hasta 160 personas y permitió a las "colles castelleres" retomar sus ensayos por primera vez desde marzo de 2020.
"Lo recibimos por sorpresa y con alegría, porque tener a 160 personas como grupo estable significa que podemos volver a plantear los ensayos con una cierta normalidad", explicó a la Agencia Sputnik el presidente de los Castellers de Barcelona, Ramon Gil.
Más de un año sin ensayos
Como el resto de "collas" de toda Cataluña, los Castellers de Barcelona tuvieron que dejar en suspenso su entrenamiento durante gran parte de la pandemia.
Los castillos son considerados una actividad amateur, por lo que en plena crisis sanitaria no contaron con las mismas ventajas que los deportes profesionales.
De acuerdo con un estudio presentado en septiembre por el Ayuntamiento de Barcelona, las entidades de "castellers" de la ciudad perdieron una media de 300 horas de práctica.
Las ocho entidades que existen en Barcelona pasaron de invertir una media anual de 295 horas de actividad en 2019 a ocupar solo 45 horas (sin ensayos o actuaciones) durante la pandemia.
Según Gil, fueron meses de "mucha espera e incertidumbre" en los que desde la organización se trató de potenciar la interacción humana a través de las pantallas.
Una "colla" está integrada por decenas de personas entre las que figuran vecinos, grupos de amigos e incluso varias generaciones de una misma familia.
"Comenzamos a potenciar actividades online para intentar que la gente no perdiera el contacto, y durante el primer año de pandemia fue sobre todo compartir lo que pasaba en nuestras vidas y mantener el contacto", explica el presidente "casteller".
En mayo de este año se autorizaron los encuentros entre burbujas de 25 personas, y desde Castellers de Barcelona aprovecharon para comenzar ensayos con niños.
Los más pequeños son integrantes esenciales, ya que es la "enxaneta", un niño o niña de entre 5 y 10 años, el encargado de subir hasta lo más alto de la torre y coronarla con el brazo en alto.
Pero no fue hasta mediados de este septiembre cuando los castellers recibieron la noticia que les acerca por fin a la normalidad: el aval a grandes construcciones de hasta 160 personas.
Existe una letra pequeña: los menores de 12 años, por no estar vacunados, deben someterse a test de antígenos, los que participan tienen que estar inmunizado y los "castells" se tienen que cargar y descargar en 15 minutos.
"Evidentemente retomamos la actividad con unas condiciones muy concretas, pero venimos de no hacer nada, así que bienvenido sea", opinó el presidente de la "colla" barcelonesa.
Primeros castillos post pandemia
El anuncio del Gobierno de Cataluña sobre el nuevo protocolo llegó por sorpresa y en plena preparación para las fiestas populares de pueblos y ciudades.
En Barcelona, que celebra su Día de La Mercè el 24 de septiembre, las "collas" participantes ya habían acordado limitarse a subir torres de 25 personas como parte de una exhibición cultural.
Otros grupos de Cataluña se animaron a subir castillos más grandes, y en las fiestas de Santa Tecla de Tarragona se llegaron a levantar formaciones con 140 personas.
Los Castellers de Barcelona, como la mayoría de "collas", retomarán este octubre los ensayos multitudinarios en su local.
Antes de la pandemia habían conseguido el hito de descargar el primer castillo femenino de siete pisos de altura y siete mujeres por piso.
Su primer objetivo después del parón es organizar al menos una o dos actuaciones públicas con construcciones complejas en el resto del año.
"Hemos recabado información con encuestas para ver el estado de ánimo de la gente y estamos recibiendo mensajes muy positivos, todo el mundo tiene muchas ganas", celebra Gil, aunque bromea que después de tantos meses sin actividad, "los castillos grandes, poco a poco".
