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Ángel Gutiérrez, el alma de Chéjov y Stanislavski en España, vuelve a ser ruso por decreto

© Foto : Facebook/Teatro de Cámara Chéjov de MadridÁngel Gutiérrez, dramaturgo español
Ángel Gutiérrez, dramaturgo español - Sputnik Mundo, 1920, 05.11.2021
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La concesión de la ciudadanía rusa a este director teatral y de interpretación es el penúltimo homenaje a un profesional de enorme prestigio que a lo largo de su azarosa vida ha contribuido decisivamente a la promoción del arte de la dramaturgia tanto en la Unión Soviética como en España, donde su papel en la formación de actores es clave.
Cuando a finales de septiembre el presidente de la Federación de Rusia, Vladimir Putin, firmó un decreto por el que se concedía la ciudadanía rusa a una serie de personalidades extranjeras, una de ellas sobresalía especialmente. Se trataba de un asturiano nacido en Cuba en 1932, evacuado a la URSS en 1937 a causa de la guerra civil en España y desposeído de la ciudadanía soviética en 1974, año en que decidió regresar a España y adoptar de nuevo la española.
Es Ángel Jorge Gutiérrez Ramírez, el prolífico director teatral que en la Unión Soviética también fue actor, documentalista y guionista de cine. El hispanosoviético enamorado del teatro de Antón Chéjov que aplicó de manera primigenia en España el genuino método Stanislavski de formación de actores. El amigo íntimo del cineasta Andrei Tarkovski. El profesor de interpretación que revolucionó la Real Escuela Superior de Arte Dramático (RESAD) en Madrid. El director que fundó en 1979 la compañía de Teatro de Cámara de Chéjov y la persona que moldeó el talento de actores y actrices como Eduardo Noriega, Carmelo Gómez, Javier Gutiérrez, Carlos Iglesias o Marta Belaustegui, un don para enseñar interpretación que cristalizó en 1989 con la creación de su Escuela de Arte Teatral.
Y el 2 de noviembre, en el marco de una ceremonia solemne en la Embajada de la Federación de Rusia en Madrid con motivo de la celebración del Día de la Unidad Popular, el embajador Yuri Korchagin hizo entrega a Gutiérrez de las credenciales acreditativas de la nacionalidad rusa. En el evento, que discurrió aderezado con la interpretación al piano de obras de Tchaikovski, Rajmáninov y Skriabin, también se distinguió con el mismo honor al catedrático de Filología Eslava de la Universidad de Granada, Rafael Guzmán Tirado.

Formando actores

Ángel Gutiérrez está reconocido como la persona que aplicó de manera eficaz el método Stanislavski por primera vez en España. Él introdujo ese rigor y esa ética en el teatro español desde mediados de los años 70. "Fue una lucha", explica a Sputnik. "Pero todavía hay alumnos que me llaman y me dicen '¿cómo hiciste de nosotros personas?'. De otra manera no sé, así me enseñaron a mí, la escuela Stanislavski". Varios de esos pupilos, agradecen en el documental El último maestro ruso (2016, Anaís Berdié) la labor y entrega de Gutiérrez.
"Yo propuse hacer exámenes de ingreso en la RESAD, se asustaron todos. En Moscú fui jefe de la comisión de ingreso en el Instituto Estatal de Arte Dramático [GITIS, por sus siglas en ruso]. Cuando yo llegué, la RESAD estaba llena de gente simpática, pero que no tenían nada que ver con el teatro. Yo les dije que había que elegir a los que tuvieran talento. Me ponían carteles: '¡Que se vaya el ruso, chequista!'. Me hicieron boicot. Decían que una vez conseguida la libertad con la muerte del tirano, no tenía que venir uno de Rusia a poner exámenes", cuenta.
"En el aspecto pedagógico, aquí no había noción de la técnica coral. Conocí a José María Rodero, era un actor genial, pero de intuición. O Pepe Calvo, también genial. Pero lo eran por naturaleza. El pueblo español tiene talento, pero no tenía maestros ni posibilidades para que ese talento se desarrolle. No tenían ni idea de lo que es la técnica actoral. Ahora me da risa al recordarlo. La vida se vive dos veces, una como tragedia y otra como comedia. No había pedagogía".
Ángel Jorge Gutiérrez Ramírez
Director teatral

Artista y docente de prestigio

Ya en 2008, Gutiérrez recibió en el Kremlin la Orden de la Amistad de manos del entonces presidente Dmitri Medvédev por "su gran aportación a la preservación, desarrollo y difusión de la cultura rusa". Se reconocía así una trayectoria sin fronteras, dominada por la exportación cultural de todo lo aprendido en el país eslavo.
En esa cultura soviética y rusa Gutiérrez se movió intensamente por todos sus círculos, conoció a Serguéi Einsenstein, fue pupilo de los también cineastas Mijail Romm y Serguéi Guerasímov, trabajó con María Knebel, departía con el cantante Vladímir Visotski y la actriz María Vlady. "Los años 60 fueron geniales, conocí mucha gente interesante", señala, subrayando que su relación con el pueblo ruso fue "entrañable".
Su espíritu se forjó dramáticamente, primero con su evacuación a Leningrado en un barco sin su madre ni hermana mayor, luego con el ataque hitleriano contra la URSS. "Eran las noches blancas en Leningrado cuando empezaron a bombardear, el cielo se cubrió de aviones. Pronto nos evacuaron a los Urales", dice recordando una etapa muy dura. Pero al drama de aquellos años siguió una etapa fascinante donde su formación resolvió su preferencia por la música y la pintura. "Me aconsejaron que estudiara dirección de cine, porque había que saber de dramaturgia, música, pintura… todo. Estuve en las clases de montaje de Eisenstein", asegura.
Gutiérrez primero se graduó "con matrícula de honor" en el GITIS y acabó prendado de Chéjov. "Al leer su obra, experimentaba una sensación trascendental, cósmica", admite, y eligió la ciudad natal del genio para representar la obra de su trabajo de fin de carrera: Taganrog. "Después me invitaron a quedarme allí, estuve tres años", explica. Ya en Moscú, trabajó en el Teatro Romen, el teatro gitano. "Y en el Teatro Stanislavski representé La casa de Bernarda Alba, junto con el pintor y escultor Alberto Sánchez".

No quiso aburguesarse

Cineastas, actores, escritores, pintores y poetas conformaban su habitual círculo de amistades en la URSS. "Mi posición era muy cómoda, era feliz. Pero tenía miedo a aburguesarme, de ser un parásito. Porque yo había nacido para luchar, eran mis ideales, la estrella que me guiaba desde niño", subraya. Y comenzaron los problemas.
Tras su etapa en el Teatro Stanislavski, Gutiérrez quiso filmar una película sobre la odisea de los niños de la guerra españoles en la Unión Soviética y a tal fin ingresó en los cursos superiores del Instituto Estatal de Cinematografía (VGIK). "Mijaíl Romm era el director y Serguéi Guerásimov me animaba mucho. Me decía: 'Tienes tres o cuatro espectáculos en cartelera en Moscú, ¿y vienes aquí a estudiar dirección de cine?'. Lo quise titular A la mar fui por naranjas. Estuve diez años luchando para poder filmarla, fue el sueño de mi vida", se lamenta, describiendo las trabas con las que chocó el guión; demasiado largo y con un final en 1956, con el regreso a España de algunos niños, ya adultos.
"Me llamó un amigo documentalista, Arnaldo, avisándome de que en Mosfilm le habían propuesto hacer una película ayudándose de mi guion y conmigo de protagonista. Comprendí que había gato encerrado". Por esa época conoció al cineasta Andréi Tarkovski. "Él quería que la rodara yo, le gustaba el guion. Estuvimos cerca de un año acortándolo. Me pidió que le regalara un episodio". Las autoridades tampoco permitieron que representara una obra de Luigi Pirandello. "Y luego me prohibieron una obra del absurdo, muy becketiana".

La salida de la URSS

En 1974, poco antes de partir para España, Mosfilm dio el visto bueno al guión, pero igualmente Gutiérrez no se fio. "Tarkovski me dijo que me marchara a mi patria. No podía más. Yo presentía el fin del sistema, lo vivía en mis huesos y era una cosa muy triste, porque todos estaban traicionando al ideal que siempre habíamos tenido. Yo tenía mi piso, me querían muchísimo, pero también tenía enemigos. Por eso me fui".

"Fue en esa época cuando decidieron no presentar El espejo de Tarkovski en el festival de Cannes. Me llamó para decirme que le obligaban a cortar mi aportación en la película. Estuve unos meses en París antes de partir a España, quería ir con mi madre y mis hermanas, que no conocía".

Ángel Jorge Gutiérrez Ramírez
Director teatral

Sobre la concesión

Fue el editor en Moscú de los diarios soviéticos de Ángel Gutiérrez (Diarios de un español ruso) quien le envió una carta escrita por una treintena de célebres artistas y personalidades de la cultura de Rusia ‒desde el actor Oleg Basilashvili hasta el director del teatro Taganka, Nikolái Gubenko‒ en la que solicitaban que se le restituyera la ciudadanía rusa. "Porque era algo que yo ya había tenido. La carta venía con todas sus firmas", recalca.
Gutiérrez es un ejemplo más de la gran cantidad de personalidades descollantes que el destino en la URSS forjó en un contingente de apenas 3.500 niños y jóvenes evacuados en 1937. Hay otros muchos nombres, como el artista Francisco Infante, futbolistas como Ruperto Sagasti, o los hijos de la evacuación: el astro del hockey sobre hielo Valeri Jarlámov o el baloncestista José Biriukov. "Son los que tuvieron más visibilidad, pero también hubo un montón de ingenieros y arquitectos maravillosos", recuerda Gutiérrez. A la pregunta de si podría haber desarrollado una carrera similar de haberse quedado en Asturias, su respuesta es tajante:
"No, habría sido un pastor. Cuando fui de vuelta a Pintueles, me dio miedo; pensé que igual me había inventado yo todos mis recuerdos. Pero vi a mi amigo Cuco con su garaje y supongo que yo habría acabado más o menos igual".
Ángel Jorge Gutiérrez Ramírez
Director teatral

Reconocimiento en España

"El público español es maravilloso y la prensa igual, se volcó conmigo con el Teatro de Cámara de Chéjov", dice Ángel Gutiérrez. "Hace dos meses me paró un señor cerca de casa, que me reconoció. Se arrodilló y quería besarme las manos, me dijo que era espectador desde la primera función del Pabellón N.º 6 de Chéjov, totalmente emocionado. El público viene varias veces y se emociona. Y nosotros vivimos para el público".
La relación con las instituciones no ha sido tan buena y la valoración no ha sido la misma, reconoce. "Nunca me dejaron entrar en un teatro nacional y a duras penas me daban subvenciones para pagar el alquiler de mi local", afirma. "Tuve muchos conflictos con los socialistas. Yo creía que ellos también querían crear una nueva España, pero José María Maravall [ministro de Educación y Ciencia entre 1982 y 1988] me dijo: 'No podemos contar contigo precisamente por venir de donde vienes'. Creían que yo venía a hacer una perestroika para España o algo así", se lamenta.
Pero antes de concluir, recuerda el buen trato recibido por parte de Fernando Castedo, subsecretario de Cultura entre 1977 y 1979. "Me llamó para representar Tío Vania en RTVE. Con el actor Pepe Calvo, la mejor representación que ha habido en el mundo, me lo dijeron incluso en Rusia".
Una orquesta (imagen referencial) - Sputnik Mundo, 1920, 14.05.2021
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