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Con una muralla en el arco, Argentina gana el clásico a Uruguay en Montevideo

© REUTERS / Ernesto RyanÁngel di María, futbolista argentino
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MONTEVIDEO (Sputnik) — Hubo tres Martínez en cancha en esta nueva edición del clásico rioplatense, sin embargo, uno sólo destacó: el arquero argentino, apodado 'Dibu' que ahogó todos los intentos de Uruguay y cuidó como nadie la ventaja lograda por Angel Di María a los seis minutos de juego.
La Celeste fue un equipo desordenado, lento y muy impreciso. Aún así, dominó el juego en el estadio Campeón del Siglo y generó muchas más ocasiones que su rival.
La mitad de ellas, las desperdició. La otra mitad, quedaron en las manos del Dibu Emiliano Martínez.
Uruguay llegaba algo complicado al clásico y lo está mucho más tras una nueva derrota con Argentina, a casi un mes de sufrir una goleada en Buenos Aires, y completar cuatro encuentros sin ganar.
Las victorias de Chile ante Paraguay y Ecuador sobre Venezuela relegaron a la celeste a un transitorio sexto puesto que la deja fuera de los puestos de clasificación.
Sin embargo, con 16 puntos —al igual que sus rivales directos— todavía depende de sí mismo, aunque eso puede ser también un problema.

Un ratito de Messi

El dilema de Uruguay no pasa tanto por los números sino por el juego. El equipo ya no tiene la frescura con la que brilló hace 10 años, incluso, la permanencia de Óscar Washington Tabárez como seleccionador estuvo en duda tras las derrotas ante Argentina y Brasil en la última fecha FIFA.
Esta semana, dos encuestas revelaron que más de la mitad de los aficionados y aficionadas apoyan la continuidad del técnico que ganó la Copa América en 2011 y que, de clasificar al Mundial de Catar 2022, igualaría la mejor marca histórica de la celeste de participar en cuatro copas consecutivas.
Argentina, por su parte, llegó al Campeón del Siglo complicada con las lesiones, en particular, la de su máxima estrella, Lionel Messi, quien todavía no se recupera de un golpe recibido ante Venezuela en septiembre pasado.
La expectativa de buena parte del público que se acercó al estadio de Peñarol —sobre todo los más pequeños— era, precisamente, verlo a Messi.
Poco importaron los aumentos de hasta 176% en el valor de las entradas. Desde bien temprano, las gradas del Campeón del Siglo se vieron pobladas de familias enteras vestidas con camisetas, gorritos y banderas de Uruguay.
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El aforo en el estadio estuvo limitado al 75% de su totalidad por protocolos anti COVID-19 y, por ello, el operativo fue exhaustivo hasta para la prensa y el personal que acudió a trabajar. La policía uruguaya montó un minucioso control en la ruta 102 desde bien temprano y solicitó al público acudir con muchas horas de anticipación.
A la hora de las formaciones, los locales silbaron la nómina albiceleste que salía por los altavoces salvo en un momento. La ovación por el rosarino solo fue superada cuando la voz del estadio nombró al goleador uruguayo Luis Suárez.
Sin embargo, Messi recién saltaría al campo de juego en el minuto 75 y completaría un partido discreto, con un remate muy por encima del travesaño de Muslera como única jugada relevante.
La alineación celeste fue una declaración de guerra. Tabárez mandó a la cancha a sus jugadores más luchadores. Godín, Suárez, Torreira, Vecino, Nández y, el preferido de muchos para este tipo de partidos: el pelado Martín Cáceres.
Desde el inicio del partido lo que Uruguay sí demostró fue actitud para pelear cada pelota como si fuese la última y para empujar desde los volantes de contención y abriendo los laterales con Nández y Bentancour, el primero en colaborar en defensa cuando la pelota cambiaba de dueño.
Así llegó la primera para la celeste. A los cuatro minutos de juego y en los pies de Nández, que quedó cara a cara con Emiliano Martínez y éste tapó con el pecho lo que sería la primera de muchas salvadas.
Pero Argentina hoy es un equipo que ya no depende exclusivamente de Messi.
La diferencia de velocidad y jerarquía entre un equipo y otro se vio apenas dos minutos después, con una salida fallida del lateral Piquerez que aprovechó Di María para definir con excelsa calidad al ángulo más lejano de Muslera.
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El 1 a 0 marcaría de ahí en más la superioridad mental del campeón de América, que jugó regulando energías, a veces asumiendo demasiados riesgos.
En Uruguay volvieron a aparecer las dudas que lo han atormentado a lo largo de la eliminatoria. Otra vez intentó con pelotazos sin sentido que alguna vez encontraron el corazón de Luis Suárez.
Pero cuando tuvo la pelota en su dominio se notó el desequilibrio planteado por Tabárez en favor de un equipo que intentó llevarse el partido por delante en lugar de jugarlo.
Aún así tuvo varias oportunidades de empatar partido, la más clara, a los 30 del primer tiempo cuando Suárez estrelló un remate en el palo.
Argentina, campeona de América, casi clasificada al Mundial y en las puertas de un nuevo clásico con Brasil, terminó jugando el partido al ritmo que más le convenía. Y hasta se dio el lujo de poner un rato a Messi, para que la fiesta sea completa.
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