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Nada resulta suficiente para frenar la fiebre del oro en Bolivia

Mina de oro - Sputnik Mundo, 1920, 20.12.2021
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LA PAZ (Sputnik) — Es riesgosa para la salud, se realiza en inseguridad y linda con el delito, pero nada parece detener la fiebre del oro que se expande por los ríos de la cuenca del Amazonas y, en Bolivia, multiplica los pueblos sin ley.
Estas son características destacadas de la creciente explotación del oro, cuyas exportaciones legales han desplazado al gas natural como principal producto de Bolivia, según un balance presentado por el investigador Alfredo Zaconeta en un encuentro sobre la problemática económica, legal y ambiental de ese sector.
Zaconeta fue uno de los expositores en el taller internacional virtual denominado "Oro Amazónico y el doble discurso climático", coordinado en Bolivia el 14 y 15 de diciembre por el Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (CEDLA), que puso de nuevo en evidencia los riesgos de una actividad extractiva escasamente supervisada por los gobiernos de la región.
"La expansión de la frontera minera en Bolivia, vinculada con la extracción de oro, tiene elementos tributarios, ambientales, sociales, conlleva problemáticas muy grandes, y no se está abordando con políticas adecuadas", sostuvo el investigador.
Zaconeta advirtió que, con el precio del oro disparándose a nivel global tras la crisis de la pandemia de COVID-19, "la minería representa una amenaza creciente para comunidades y ecosistemas, no solo de la Amazonía sino de todo el mundo".
El experto apuntó que la minería del oro está contaminando a por lo menos 30 ríos amazónicos y ha provocado, entre otros desastres, que en Bolivia, Ecuador y Perú la pérdida de bosques sea tres veces mayor en los territorios indígenas con operaciones mineras, legales o ilegales, que en otros territorios.

Millares de mineros

La producción de oro con alto impacto en la economía nacional es un fenómeno relativamente nuevo en Bolivia, un país que se define históricamente como minero desde los tiempos de la colonización española.
Bajo el dominio español, el Cerro Rico de Potosí ganó fama como mayor productor mundial de plata y hasta marcó pautas del comercio mundial con la acuñación de monedas de ese metal aceptadas en todos los continentes.
El largo ciclo de la plata, que se prolongó en la República de Bolivia hasta las primeras décadas del siglo XX, fue seguido por el del estaño y luego por el del zinc, que se mantiene hasta estos días a la par de un resurgimiento de la plata, mientras el oro no para de crecer.
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En las dos últimas décadas, la explotación de oro pasó de ser una actividad casi marginal a un negocio minero fundamental, dominado casi en condición de monopolio por cooperativas que operan bajo una confusa legislación como empresas sociales con grandes beneficios económicos, millares de socios y empleados y fuertes vínculos con el gobernante Movimiento Al Socialismo (MAS).
La población dedicada a la explotación de oro se ha multiplicado al menos por cinco en ese período, para sumar unos 130.000 empleos actuales, de los cuales 120.000 corresponden a las cooperativas —socios y empleados— y el resto se reparte entre la minería estatal y empresas privadas formales.
Según Zaconeta, durante los primeros gobiernos del MAS (2006-2019) las cooperativas mineras reconocidas legalmente pasaron de 893 a 1.816.
De estas organizaciones, unas 1.400 se dedican exclusivamente a la extracción de oro, y de ellas unas 1.300 están en el norte amazónico del departamento de La Paz, convirtiendo a esta región en el polo aurífero nacional.
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En el norte paceño, especialmente en la región de Mapiri, ribereña del río homónimo, hay una peligrosa situación de conflictividad, avasallamientos, trata de personas y explotación sexual de adolescentes, minería ilegal, contaminación, bajas recaudaciones y presencia ilegal de capital extranjero, resumió el experto.
Allí, en el fondo, "hay ausencia casi total de la Autoridad Jurisdiccional Administrativa Minera (AJAM)", el ente estatal encargado de dirigir, registrar y fiscalizar la actividad minera en todo el país.
Choques violentos entre cooperativistas e indígenas por el control de tierras, o entre habitantes de pueblos cercanos y trabajadores de las cooperativas son reportados con frecuencia por medios locales.

Mucho oro, poco tributo

Gracias a la coyuntura alcista del mercado internacional del oro y a un régimen legal interno favorable a las cooperativas, éstas han incrementado su actividad en los últimos años hasta constituirse en un importante factor de poder económico y político, señaló Zaconeta.
Las cooperativas mineras, a las que el Gobierno del MAS reconoció como aliadas estratégicas, han logrado que el actual Código Minero las exima de impuestos y paguen solo regalías por producción, "lo que ha motivado a intensificar esta actividad especialmente en la Amazonía, en una especie de súperciclo", dijo.
De menos de 10 toneladas de producción anual a principios del siglo, la extracción de oro en Bolivia marcó un récord de 42 toneladas métricas finas en 2019, según registros oficiales, aunque medios y analistas dan por seguro que hay paralelamente una cantidad importante del metal precioso que sale de contrabando.
En 2020, año de crisis política y pandemia de COVID-19, la producción de oro registrada legalmente cayó a 23 toneladas.
Mina de oro (imagen referencial) - Sputnik Mundo, 1920, 29.09.2021
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El oro desplaza al gas como principal producto de exportación de Bolivia
Zaconeta refirió, como señal del bajo nivel de tributación del sector cooperativo, que en 2020, pese a la caída de las producción de oro, la exportación de este producto alcanzó un valor de 1.263 millones de dólares, pero dejó regalías por solo 34 milklones de dólares, o 2,7%.
Otro dato curioso: en 2012, la producción registrada de oro en Bolivia fue de 12 toneladas, pero las exportaciones, también registradas oficialmente, sumaron 26,9 toneladas. "Nunca se explicó esta situación, y se cree que podría ser una exportación de oro peruano", dijo.
Añadió, como otro indicador de la falta de control, que la Gobernación del Departamento de La Paz reportó que en 2020 se importaron 200 toneladas de mercurio para la explotación de oro, insumo suficiente para producir casi 70 toneladas del metal precioso, pero la producción reconocida fue de solo 23 toneladas.
Aun admitiendo la alta posibilidad de que las cifras oficiales de comercio exterior no reflejen todo el movimiento real, las exportaciones de oro metálico en los ocho primeros meses de 2021 alcanzó un valor de 1.640 millones de dólares, frente a 1.472 millones del gas natural, el producto que había dominado el sector en las tres décadas pasadas.
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