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Un inodoro de 2.700 años revela que la élite judía vivía con lujo y parásitos intestinales

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Un colgador para inodoro, ilustración - Sputnik Mundo, 1920, 05.01.2022
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TEL AVIV (Sputnik) — La nueva rama de la arqueología, la parasitología, muestra que parásitos intestinales sobreviven 2.700 años en los restos de inodoros en Jerusalén, arrojando luz sobre la vida y las dolencias de aquel entonces.
"Los hallazgos de este estudio se encuentran entre los primeros observados en Israel hasta la fecha", resaltó la investigadora principal del Departamento de Arqueobotánica de la Universidad de Tel Aviv, Dafna Langgut, en un comunicado sobre la investigación conjunta con la Autoridad de Antigüedades de Israel (AAI) que revela que la élite que vivió en Jerusalén durante el periodo del Primer Templo sufrió de enfermedades infecciosas causadas por parásitos intestinales.
Los investigadores que analizaron el contenido del pozo negro debajo del inodoro de piedra pudieron identificar rastros de huevos de cuatro tipos diferentes de parásitos intestinales: lombrices intestinales, tenias, tricocéfalos y oxiuros.
"Estos son huevos duraderos, y bajo las condiciones especiales proporcionadas por el pozo negro, sobrevivieron durante 2.700 años", añadió la investigadora.

Lujo sí, pero mucha incomodidad

Los restos de huevos de gusanos fueron encontrados en el jardín de un lujoso palacio de la mitad del período del Primer Templo, que ofrece una vista espectacular de la Ciudad de David y la Explanada de las Mezquitas, en Jerusalén, descubierto en el Barrio Armon Hanatziv. Los expertos creen que quienquiera que vivió allí debe haber sido miembro de la élite judía, o tal vez de la familia real, porque los baños privados en aquella época eran extremadamente raros.
En el palacio, el cubículo era una cabaña rectangular tallada en piedra. El asiento del inodoro, con un agujero en el centro, se diseñó para dar comodidad. Había un tanque debajo de él, donde se recolectaron restos de cerámica, huesos de animales y tierra.
La investigación arqueológica encontró que sus propietarios eran ricos, pero que los parásitos intestinales arruinaron sus tractos digestivos, provocando dolor abdominal y picazón, señaló Langgut en el comunicado.
"Los gusanos intestinales son parásitos que causan síntomas como dolor abdominal, náuseas, diarrea y picazón", explicó Langgut. "Algunos de ellos son especialmente peligrosos para los niños y pueden provocar desnutrición, retrasos en el desarrollo, daños al sistema nervioso y, en casos extremos, incluso la muerte".
Langgut sugirió que los parásitos se propagaron debido a las malas condiciones sanitarias que pueden haber causado contaminación fecal de los alimentos y el agua potable, o incluso simplemente por la simple falta de higiene, probablemente por una deficiente lavada de manos.
Otra posible fuente de infección puede haber sido el uso de heces humanas para fertilizar cultivos en los campos y el consumo de carne mal cocida.
En ausencia de conocimientos médicos, era casi imposible en aquel momento recuperarse de la presencia de estos parásitos, destacó Langgut, y por lo tanto, el descubrimiento probablemente señala que incluso los individuos más privilegiados padecían permanentemente la este tipo de enfermedades.
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Los descubrimientos en la villa pueden indicar que las enfermedades infecciosas afectaron a toda la población, similares a los piojos y los oxiuros en los jardines de infancia modernos, de acuerdo con el comunicado.

Arqueoparasitología

El examen de las muestras de inodoro se produjo cuando Langgut desarrollaba un nuevo campo de investigación llamado arqueoparasitología que utiliza restos microscópicos de huevos de gusano intestinales para comprender la historia de enfermedades y epidemias.
"Estudios como este nos ayudan a documentar la historia de las enfermedades infecciosas en nuestra área y nos proporcionan una ventana a la vida de las personas en la antigüedad", dijo Langgut.
Se espera que las muestras de sedimentos sean examinadas más a fondo para obtener conocimientos sobre la dieta y las hierbas medicinales utilizadas en Jerusalén en ese momento.
La investigación se publicó en la reciente edición de la Revista Internacional de Paleopatología, la revista oficial de la Asociación de Paleopatología.
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