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'No se olviden de Cabezas': 25 años del asesinato que reveló la cara oculta del poder en Argentina

© Sputnik / Francisco LucottiGrafiti con la imagen de José Luis Cabezas
Grafiti con la imagen de José Luis Cabezas - Sputnik Mundo, 1920, 25.01.2022
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En 1997 el reportero gráfico José Luis Cabezas fue ejecutado por un grupo de policías y delincuentes, bajo las órdenes de Alfredo Yabrán, un empresario acusado de estrategias mafiosas a quien Cabezas había fotografiado por primera vez. Su asesinato desató un reclamo inédito por justicia, que tuvo enormes consecuencias.
El 25 de enero de 1997, fue encontrado un auto carbonizado dentro de una fosa, en la Costa Atlántica de Argentina. Adentro había un cuerpo sin vida, con dos balazos en el cráneo, las manos esposadas por la espalda y signos de haber sido golpeado, todos los elementos de un asesinato que buscaba dejar un mensaje intimidatorio.
La víctima era José Luis Cabezas, reportero gráfico de la revista política Noticias, quien había sido secuestrado esa madrugada al salir de una fiesta a la que acudió junto con el cronista Gabriel Michi como parte de la cobertura que realizaban en Pinamar, localidad balnearia de alto poder adquisitivo a 350 km de la ciudad de Buenos Aires.
"No había ocurrido un crimen a un periodista desde el retorno de la democracia [posterior a la última dictadura cívico-militar, entre 1976 y1983]. Generó tal indignación y compromiso de medios y colegas que se movilizó la sociedad; miles de personas reclamaron justicia y se logró que se conozca qué había pasado", dijo a Sputnik Michi, quien estuvo con él horas antes de su asesinato.
Durante la cobertura del verano anterior, la de 1996, Cabezas y Michi habían viajado también a la Costa Atlántica para realizar una investigación y seguimiento para ponerle rostro a una de las personalidades del poder más oscuras de la década de los 90, años del Gobierno de Carlos Menem (1989-1999).
"Eran años donde había mucha impunidad, la política se entremezclaba con la farándula, había habido una serie de escándalos de corrupción muy fuertes que nunca llegaban a condenas judiciales, y donde se había fortalecido un empresario oculto, Alfredo Yabrán, que se desconocía quién era", contó el periodista.
Unas imágenes de Yabrán capturadas por el lente de Cabezas, en la que se lo ve relajado en la playa, fueron los primeros retratos hechos públicos de un hombre al que se le atribuye la frase "sacarme una foto a mí es como pegarme un tiro en la frente; ni los servicios de inteligencia tienen una foto mía".
La figura de Yabrán había tomado notoriedad nacional cuando en 1995 el entonces ministro de Economía, Domingo Cavallo, lo acusó en una audiencia en el Congreso como "jefe de una mafia enquistada en el poder", que utilizaba su imperio de transporte y logística para mover drogas y armas, lavado de dinero y traficar influencias, por lo que recibía protección.
El empresario había tejido vínculos con las más altas esferas del Gobierno y manejaba, a través de testaferros, el control de la empresa de correo privado OCA y firmas dedicadas a depósitos fiscales y seguridad, rampas y comercio en aeropuertos.

Venganza y justicia

Yabrán había logrado mantener un estratégico bajo perfil, pero la revelación de su identidad lo colocaron en el centro del escrutinio público. Recibió inicialmente el apoyo del propio presidente Menem: Cavallo fue forzado a renunciar después de sus acusaciones.
"Después de la foto, que fue tapa de la revista Noticias del 3 de marzo de 1996, Cabezas recibió una serie de amenazas durante todo ese año en su casa en Buenos Aires. En el verano del 97, volvimos a Pinamar con el objetivo de tratar de conseguir una entrevista con el empresario, sin saber que había ya un plan criminal en marcha", narró Michi.
© Sputnik / Francisco LucottiLa foto de Alfredo Yabrán y su esposa, María Cristina Pérez, tomada por José Luis Cabezas
La foto de Alfredo Yabrán y su esposa, María Cristina Pérez, tomada por José Luis Cabezas - Sputnik Mundo, 1920, 25.01.2022
La foto de Alfredo Yabrán y su esposa, María Cristina Pérez, tomada por José Luis Cabezas
Bajo las órdenes de Yabrán, su jefe de custodia privada, el exmilitar Gregorio Ríos, contactó al comisario de la Policía de la provincia de Buenos Aires Gustavo Prellezo, quien se encargó de organizar el operativo homicida y disparar personalmente sobre el reportero.
Horacio Braga, José Luis Auge, Sergio Gustavo González y Héctor Retana, integrantes de la banda delictiva Los Horneros —oriundos del barrio Los Hornos de ciudad de La Plata, cabecera de la provincia de Buenos Aires—, fueron los encargados del secuestro.
Aníbal Luna y Sergio Camaratta fueron los oficiales de Policía involucrados en el trabajo de inteligencia para identificar al periodista como blanco, mientras que Alberto Gómez fue el comisario que ordenó la liberación de la zona para el crimen.
Durante el juicio se condenó a Silvia Belawsky, exesposa de Prellezo, por la falsa denuncia de robo del auto que utilizó su entonces marido para cometer el crimen. Su testimonio fue clave para establecer el vínculo entre los ejecutores y el empresario.
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En 1997, en una entrevista gráfica, Yabrán respondió a la pregunta "¿qué es el poder?" con las siguientes palabras: "El poder es tener impunidad". El 15 de mayo de 1998, se expidió una orden de captura al autor intelectual del crimen, quien se dio a la fuga.
Cinco días más tarde, al verse rodeado por la Policía en su refugio en una de sus propiedades en la provincia de Entre Ríos, Yabrán se encerró en un baño y se suicidó de un disparo en la cara con una escopeta.
Después de un juicio oral y público, el 2 de febrero de 2000, se condenó a los policías y civiles involucrados a cadena perpetua, que tiene un máximo de 35 años. Retama y Camaratta murieron en 2001 y 2015 por enfermedades, pero el resto está libre.
"Se logró identificar y sentenciar a los asesinos a prisión perpetua, pero lamentablemente el mal accionar de la Cámara de Casación de la provincia de Buenos Aires redujo las penas, les dio una serie de beneficios y terminaron saliendo en libertad habiendo cumplido un tercio de sus condenas", reclamó el colega y amigo de Cabezas.
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El esclarecimiento del crimen fue posible por la enorme presión que ejercieron los periodistas y las masivas marchas por justicia, ya que las autoridades de la provincia hicieron un uso político.
El entonces gobernador bonaerense, Eduardo Duhalde, aspirante al liderazgo del partido oficialista y a la presidencia, apuntó en un primer momento contra la Policía, a la que acusó de haberle "tirado un cadáver" para ensuciar su gestión. Duhalde seccionó la Policía Bonaerense en 18 subdivisiones para licuar la concentración de poder de la fuerza.
"El impacto social fue gigantesco, se logró también que no haya nuevos crímenes contra periodistas en el ejercicio de su trabajo en democracia en Argentina. El crimen de Cabezas fue un hecho emblemático, un cambio en la historia argentina", enfatizó.
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