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La OTAN, la gran responsable del desplome de la seguridad en Europa

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La orden del presidente ruso, Vladímir Putin, de poner las fuerzas de disuasión nuclear en alerta máxima ante la postura asumida por la OTAN frente a la operación especial militar lanzada por Rusia en Ucrania, se interpretó por los medios occidentales como una confirmación de la 'agresividad' de Moscú.
Según argumentó el jefe del Kremlin, la medida obedece a las amenazas que articulan altos funcionarios de países de la Alianza Atlántica, una retórica que viene acompañada de envíos de ayuda militar a Kiev, algo que echa gasolina al conflicto en Ucrania, en vez de contribuir a una salida diplomática.
Tal y como constata la cadena BBC, se trata de una "ayuda militar sin precedentes" destinada a "contribuir al esfuerzo bélico de Ucrania contra Rusia".
El presidente de EEUU, Joe Biden, autorizó la entrega de armamento –incluidos misiles antitanque Javelin y sistemas antiaéreos– por valor de otros 350 millones de dólares a Ucrania, al tiempo que la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, apoya una propuesta de Ley para entregar a Kiev 600 millones de dólares más en material militar.
El Gobierno de Alemania, por su parte, anunció su decisión de enviar "cuanto antes" a Ucrania 1.000 lanzagranadas antitanque y 500 misiles de defensa antiaérea Stinger pertenecientes a las Fuerzas Armadas nacionales para apoyar a las tropas ucranianas.
A su vez, Países Bajos envió a Ucrania nuevas armas antitanque, misiles antiaéreos y rifles de francotirador. Se trata, entre otro equipamiento bélico, de 50 armas antitanque Panzerfaust-3, 400 cohetes y 200 misiles antiaéreos Stinger.
Suecia también anunció apoyo directo a Ucrania, incluyendo 5.000 armas antitanque.
Por su parte, Canadá prometió un envío adicional a Ucrania de casi 20 millones de dólares en ayuda militar, un desembolso que complementará a un primer despacho ya anunciado de casi 6 millones de dólares.
Asimismo, los países de la Unión Europea acaban de llegar a un acuerdo para destinar 450 millones de euros a financiar el envío de armas letales y munición a Ucrania.
Estos son los últimos hechos que forzaron a Rusia a poner en alerta su arsenal nuclear, pero tampoco es posible entender la decisión de Moscú sin tener en cuenta los acontecimientos de los últimos años, donde la actividad militar de Occidente en suelo europeo constituyó una grave provocación contra el país.
Entre estos hechos resalta la salida unilateral de Washington del Tratado INF firmado en su día entre EEUU y la entonces Unión Soviética, a través del cual las partes se comprometían a no producir y tampoco instalar misiles de corto y medio alcance capaces de llevar cabezas nucleares. Este paso avivó los temores de una guerra nuclear, por lo cual Rusia invitó a los países miembro de la OTAN a adherirse a una moratoria voluntaria para el emplazamiento de misiles de medio y corto alcance, una iniciativa destinada a impedir "una carrera armamentista y una desestabilización mundial", algo que quedó sin respuesta.
En un artículo, la cadena Deutsche Welle explicaba que el peligro de los misiles de corto y medio alcance radica en que son capaces de alcanzar su objetivo en cuestión de unos pocos minutos, sin que el adversario tenga tiempo para prepararse y defenderse ante el ataque.
La salida estadounidense de este tratado tuvo como antesala la celebración, por parte de la Alianza Atlántica, de las maniobras militares Trident Juncture, las mayores realizadas por Occidente desde los tiempos de la Guerra Fría. Se llevaron a cabo en 2019 y contaron con la participación de 50.000 efectivos procedentes de 31 países, 65 navíos, 250 aeronaves y 10.000 vehículos de todo tipo, tanques entre ellos. El diario ABC escribía entonces que "no se ha declarado que estos ejercicios tengan a Rusia como enemigo potencial, pero la proximidad de sus fronteras y las tensiones crecientes [...] no dejan otra interpretación".
La cadena BBC indicaba por su parte que, aunque la OTAN "aseguró que las maniobras no se realizaban contra un 'enemigo' en específico, expertos y medios de prensa especializados consideran que se trataba de un mensaje directo a Moscú".
Tampoco Rusia dudó en ningún momento sobre el destinatario de este mensaje. El canciller ruso, Serguéi Lavrov, calificó como "provocación" este tipo de despliegues en "las puertas" de su país. A su vez, la Embajada rusa en Oslo tachó las maniobras como un "gesto antirrruso".
Además, en 2019, la OTAN realizó en Europa las maniobras Steadfast Noon en las que participaron aeronaves que practican el transporte seguro de armas nucleares desde las reservas subterráneas hasta los dispositivos de lanzamiento de los aviones, así como el alcance de objetivos en los tiempos estipulados.
Al comentar estos ejercicios, el experto en armas nucleares Hans Kristensen resaltó que no fue una coincidencia que los ejercicios se realizaran poco después de la llegada de los bombarderos estratégicos estadounidenses B-52 al Reino Unido, aeronaves construidas para portar armas nucleares.
La última edición de estas maniobras de guerra nuclear se celebró en 2021.
Paralelamente a estas acciones, Ucrania adoptó en 2021 su nueva estrategia militar que señala a Moscú como el principal adversario militar. La mayoría de los postulados sobre Rusia expuestos en el documento coinciden con la visión de EEUU y la OTAN. De hecho, uno de los principales objetivos expuestos en la doctrina es alcanzar la membresía en la Alianza Atlántica. Un paso que significaría violar los compromisos firmados dentro de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa sobre la inadmisibilidad de reforzar su seguridad a cuenta de otros Estados.
Ante estos hechos, Rusia planteó a EEUU y a la OTAN sus propuestas sobre garantías de seguridad, insistiendo, entre otros planteamientos, en la inadmisibilidad del ingreso de Ucrania a la Alianza Atlántica. Al respecto, las contrapartes despreciaron las preocupaciones de Moscú, afirmando que la OTAN mantendrá la política de puertas abiertas.
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