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Sanciones de FIFA y COI: "Rusia ha sido discriminada de manera desproporcionada"

© Sputnik / Alexandr Vilf / Acceder al contenido multimediaEl presidente de la FIFA, Gianni Infantino, y el presidente de Rusia, Vladímir Putin
El presidente de la FIFA, Gianni Infantino, y el presidente de Rusia, Vladímir Putin - Sputnik Mundo, 1920, 11.03.2022
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En conversación exclusiva con Sputnik, los periodistas deportivos Ernesto Cherquis Bialo y Cristián Basaure analizan el veto que han sufrido delegaciones y atletas rusos en el concierto deportivo internacional, incluso de manera previa al inicio de la operación militar especial rusa en Ucrania.
El pasado 28 de febrero, el comité ejecutivo de la Federación Internacional de Futbol Asociación (FIFA) decidió expulsar al seleccionado ruso de las eliminatorias y por ende del próximo Mundial de Fútbol de Catar 2022, en represalia a la operación militar especial de Rusia en Ucrania.
Los castigos se extendieron a la órbita de los clubes, donde la Unión Europea de Asociaciones de Fútbol (UEFA, por sus siglas en francés), decidió la suspensión de clubes rusos de sus competiciones.
Para entender el contexto en el cual se configuran sanciones, castigos y vetos a delegaciones rusas de distintas disciplinas, contra atletas e incluso contra intereses económicos rusos en lo concerniente al deporte, primero hay que entender el cambio de paradigma de dirigentes a gerentes, explica el periodista uruguayo —exdirector de la revista deportiva El Gráfico de Buenos Aires— Ernesto Cherquis Bialo.

"Rusia ha sido discriminada de manera desproporcionada por la FIFA y también por el Comité Olímpico Internacional (COI), partiendo de la premisa de que antes tenían dirigentes a su mando y ahora tienen gerentes rentados", sostiene Cherquis.

Ese mismo 28 de febrero, el Comité Ejecutivo del COI recomendó que las federaciones deportivas internacionales y los organizadores de eventos no inviten ni permitan la participación de atletas o funcionarios de Rusia y Bielorrusia.
Los ciudadanos de ambos países sólo podrán ser aceptados como atletas o equipos neutrales, y no podrán usar símbolos, colores, banderas o himnos nacionales.
Para el periodista, exconductor de La Oral Deportiva en Radio Rivadavia de la capital argentina, ni la FIFA ni el COI entienden el espíritu del deporte.
"Antes bien, ellos se dedican a hacer negocios. Vender esponsorización, derechos, camisetas, entradas, hacer mundiales lujosos para gente con condiciones. Pero no hay dirigentes que entiendan el espíritu deportivo. Porque el espíritu deportivo tiene que superar cualquier involucramiento con cuestiones políticas", recalca el ganador de cuatro premios Martín Fierro.
Por su parte, el periodista chileno Cristián Basaure, exfutbolista y periodista de TNT Sports Chile y Radio La Clave, la presión política sobre Rusia ha implicado a los deportistas.
"Tengo una visión desde el lado del deportista, desde haber jugado al fútbol, y me parece que cada acción tiene un trasfondo político donde pagan justos por pecadores. Se está presionando a Putin desde sus deportistas, algo que lamentablemente los deportistas están pagando con sus carreras", sostiene Basaure.
Según Cherquis, se marca un precedente donde las acusaciones y pedidos de descalificaciones de distintos países y delegaciones por motivaciones políticas sería interminable, pero que en general, no son medidas con la misma vara.
"La carta magna de la FIFA y los estatutos del COI preveen la posibilidad de no participar de cuestiones que atañen a la política toda vez que cualquier participación daría derecho a que otro país también apele pidiendo sanciones o pidiendo conmutaciones", advierte Cherquis.
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Doble rasero deportivo

Cherquis es tajante al sostener el doble rasero de las instituciones deportivas internacionales respecto a la intromisión en asuntos bélicos y políticos de los países miembros, pero de forma en extremo selectiva.
"Cuando la FIFA era dirigida por dirigentes, aún desde el conservadurismo de Stanley Rous hasta el nuevo orden que intentó forjar Joseph Blatter —hasta su entrega al FBI—, los países podían participar porque se buscaba dar el ejemplo sobre el espíritu deportivo competitivo", señala el periodista uruguayo en primer término.
Sin embargo, cabe destacar un sinnúmero de ejemplos de países beligerantes que nunca han sido siquiera cuestionados desde su práctica deportiva por sus competencias políticas o armamentistas, a diferencia de lo que sucede con Rusia.
"Argentina fue invadida en 1982 por Inglaterra, con todo su poderío beligerante apoyado por la OTAN y por Chile, mataron cientos de soldados argentinos. El día que esto ocurría, la selección nacional de Inglaterra, jugaba contra España en el Campeonato Mundial de 1982 y nadie los sacó del torneo", ejemplifica Cherquis.
EEUU cuenta con muchas coincidencias de participación militar "poco justificables" en la historia, y sin embargo nunca han tenido sanción de la FIFA.

"Cuando EEUU organizó el Mundial de Fútbol de 1994, recién se estaba retirando de Irak, pero su sede fue elegida en 1991 en pleno ataque ocupacional de EEUU en el Golfo Pérsico. Israel participó de todas las eliminatorias, pero sus políticas internacionales frente a Palestina no motivan que la FIFA diga 'Israel no juega eliminatorias'".

La FIFA ha perdido la ecuanimidad de una institución, que "sublimizando el fútbol como deporte debió permitir no apurar sanciones a jugadores que no tienen participación ni siquiera con la opinión", afirma Cherquis.
"FIFA marca un precedente de acá para adelante, qué pasará con EEUU, la ocupación de Israel a Palestina durante tantos años. Ahí no se ha hecho nada. Obviamente que la FIFA deja mucho que desear en ese sentido, eso no lo vamos a descubrir ahora", agrega Basaure.
"Los países árabes —Arabia Saudita, Catar, Emiratos Árabes—, forman parte de la 'Hermandad Musulmana', que no es otra cosa que un grupo que apoya al islam radical o al menos les venden armas. Sin embargo, Catar va a organizar el campeonato del mundo y a la FIFA esto no le llama la atención. Ni los votos comprados, ni los sobornos, nada", añadió Cherquis.

Caso sudafricano

En tiempos del apartheid —sistema de segregación racial vigente en Sudáfrica entre 1948 y 1992— se impedía que selecciones internacionales pudieran competir en suelo sudafricano. Pero adviértase, empezó el ansiado contacto con el mundo. ¿Cómo lo hicieron? La selección argentina de rugby no podía ir con ese nombre y le buscaron una nueva denominación: los Pumas. Para Australia: los Wallabies. No se trataba de selecciones, sino de equipos.
El único camino que le queda a Rusia en el caso del fútbol, es una apelación al órgano jurídico de FIFA, algo que según Cherquis no tendría mucho sentido dado el contexto político.
El Tribunal de Arbitraje Deportivo —TAS por sus siglas en francés—, "es la vendimia de los abogados que la FIFA admite como un tribunal superior donde la contratación de los abogados que defienden y apelan los casos movilizan por años millones de dólares para hacer lo que a la FIFA le conviene".
El COI "es peor que la FIFA, ya que vende un producto que solo interesa en cuatro o cinco disciplinas, entonces tiene que hacer más concesiones a los patrocinadores, mantener todas las categorías de competencia pero no estar en desacuerdo con quienes lo pagan, que es la televisión a través de los sponsors", observa el periodista uruguayo.

Caso del Chelsea inglés

El multimillonario ruso Roman Abramovich es dueño hace décadas del club londinense Chelsea F.C. de la máxima competición inglesa. De ser un equipo de barrio, pasó en menos de 20 años a integrar la élite del fútbol europeo de la mano del magnate ruso, donde es el actual campeón de la Champions League..
Sin embargo, tras años de sana convivencia, el club londinense ha sido cercado en términos económicos de acuerdo a limitaciones de sus gastos operacionales, entre otras medidas.

"Las autoridades inglesas restringieron las actividades del Chelsea, acusando a Abramovich de oligarca y de cleptócrata. Creo que eso siempre ocurre, ¿estaban esperando qué? Abramovich siempre tuvo vínculos con Putin, resulta que ahora les molesta", enfatiza Basaure.

Detrás de esas decisiones hay una postura política donde, "se aprovecha la coyuntura para hacer algo que quizás antes no tenías los argumentos para realizarlos. Empatizo desde la mirada del deportista, del derecho a lo 'ganado en cancha', algo que no tiene nada que ver con cualquier conflicto", puntualiza el periodista chileno.
"Es lamentable porque se anula la carrera a distintas disciplinas, es una locura lo que estamos viviendo. Se cortó por lo menos reflexivo, utilizando el deporte como un vehículo asociado a una decisión política", concluye Basaure.
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