¿Cómo llegó la tradición del árbol de Navidad a España? Esta princesa rusa es la clave
¿Cómo llegó la tradición del árbol de Navidad a España? Esta princesa rusa es la clave
Sputnik Mundo
Aunque hoy está directamente asociado con la tradición cristiana, el hoy llamado árbol de Navidad antecede al nacimiento de Jesús y la cristianización del... 01.01.2023, Sputnik Mundo
Los pueblos escandinavos ya decoraban un árbol de hoja perenne en invierno para celebrar el nacimiento del dios Frey, una tradición folclórica que fue adaptada por el cristianismo.Sin datos precisos del inicio de esta práctica, el conocimiento más antiguo que se tiene de ella ya en la era cristiana señala a la Alemania del siglo XVI, por lo que podría tratarse de una costumbre más protestante que católica.Aunque España no tiene una fuerte tradición protestante, sino que, por el contrario, fue el escenario de la contrarreforma católica para contener a Martín Lutero, la tradición del árbol de Navidad llegó a la Península Ibérica con firmeza.La responsable es la princesa rusa Sofía Trubetskaya, también conocida como Sofía Troubetzkoy, quien vivió a lo largo del siglo XIX y murió en 1898. Debido a su matrimonio con el marqués de Alcañices, José Osorio y Silva, la princesa rusa era muy popular en Madrid.Debido a su gran acogida en la sociedad madrileña de entonces, Trubetskaya era muy influyente en materia de moda, y en cuanto colocó un abeto decorado en su residencia madrileña, donde hoy se ubica el Banco de España, inauguró una tradición.En Rusia se la identificaba como hija ilegítima del zar Nicolás I y fue en San Petersburgo donde conoció a su primer marido, el duque de Morney, que acudió a Rusia como embajador de Francia.La princesa rusa enviudó en 1865, madre de cuatro hijos, y entonces conoció al español José Osorio en territorio francés, donde el marqués defendió el linaje real de la casa de Borbón, hoy gobernante en España.El español y la rusa contrajeron matrimonio en 1869 y fijaron su residencia en la Península Ibérica, desde donde la princesa añoraba la tradición de su país de colocar árboles de Navidad, arraigada al menos desde inicios del siglo XIX. Y así lo hizo: colocó un árbol decorado cuya capacidad de influencia detonó imitaciones entre la aristocracia española de entonces.
Aunque hoy está directamente asociado con la tradición cristiana, el hoy llamado árbol de Navidad antecede al nacimiento de Jesús y la cristianización del continente europeo.
Los pueblos escandinavos ya decoraban un árbol de hoja perenne en invierno para celebrar el nacimiento del dios Frey, una tradición folclórica que fue adaptada por el cristianismo.
Sin datos precisos del inicio de esta práctica, el conocimiento más antiguo que se tiene de ella ya en la era cristiana señala a la Alemania del siglo XVI, por lo que podría tratarse de una costumbre más protestante que católica.
Aunque España no tiene una fuerte tradición protestante, sino que, por el contrario, fue el escenario de la contrarreforma católica para contener a Martín Lutero, la tradición del árbol de Navidad llegó a la Península Ibérica con firmeza.
La responsable es la princesa rusa Sofía Trubetskaya, también conocida como Sofía Troubetzkoy, quien vivió a lo largo del siglo XIX y murió en 1898. Debido a su matrimonio con el marqués de Alcañices, José Osorio y Silva, la princesa rusa era muy popular en Madrid.
Debido a su gran acogida en la sociedad madrileña de entonces, Trubetskaya era muy influyente en materia de moda, y en cuanto colocó un abeto decorado en su residencia madrileña, donde hoy se ubica el Banco de España, inauguró una tradición.
En Rusia se la identificaba como hija ilegítima del zar Nicolás I y fue en San Petersburgo donde conoció a su primer marido, el duque de Morney, que acudió a Rusia como embajador de Francia.
La princesa rusa enviudó en 1865, madre de cuatro hijos, y entonces conoció al español José Osorio en territorio francés, donde el marqués defendió el linaje real de la casa de Borbón, hoy gobernante en España.
El español y la rusa contrajeron matrimonio en 1869 y fijaron su residencia en la Península Ibérica, desde donde la princesa añoraba la tradición de su país de colocar árboles de Navidad, arraigada al menos desde inicios del siglo XIX. Y así lo hizo: colocó un árbol decorado cuya capacidad de influencia detonó imitaciones entre la aristocracia española de entonces.
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