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"Culpar a los corridos tumbados de lo que pasa en México es irresponsable"

© Foto : Twitter / @ElPesoPlumaPeso Pluma tiene 23 años de edad y nación en el estado mexicano de Jalisco
Peso Pluma tiene 23 años de edad y nación en el estado mexicano de Jalisco - Sputnik Mundo, 1920, 04.05.2023
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Un artista figura como el más escuchado a nivel global en 'streaming': Peso Pluma. Su nombre real es Hassan Emilio Kabande Laija, es mexicano y canta corridos tumbados, género que reabre el viejo debate sobre si este tipo de música es una apología de la violencia o una obra testimonial necesaria para entender la convulsa realidad del país.
El joven de 23 años, originario de la ciudad de Guadalajara, fue invitado recientemente al popular programa de la televisión estadounidense, The Tonight Show, con el presentador Jimmy Fallon. Allí, cantó uno de sus grandes éxitos: Ella baila sola, tema que cuenta con cientos de millones de reproducciones en plataformas como Spotify, a tan solo mes y medio de su lanzamiento.
Y es que desde hace varios meses Peso Pluma protagoniza las redes sociales y acapara medios de comunicación en México y Estados Unidos. Por ello, los corridos tumbados ahora son tema de discusión por las temáticas de sus canciones, que van desde el hedonismo, las adicciones y el crimen organizado, hasta la pobreza, los procesos migratorios, la depresión o el desamor.
Sin embargo, Peso Pluma no es el iniciador de este género, que en realidad existe —al menos en la industria musical— desde 2019, con artistas como Natanael Cano y Junior H. Se trata de un género que se inspiró —como sus mismos creadores lo han señalado— del corrido tradicional, el corrido sierreño, el trap y el hip hop.
No obstante, han sido sus letras las que más han levantado polémica entre un sector de la población mexicana. Un tuit publicado hace unos días lo demuestra:

¿Promotores de la violencia o reflejo social?

El hecho de que exista música —como los corridos tumbados— que aborde la violencia desde distintas perspectivas y que hable sobre estilos de vida asociados a la narcocultura, no significa necesariamente que sus autores y compositores estén ligados con el narcotráfico.
"Estos [los corridos tumbados] son interpretados por gente que no necesariamente está vinculada al crimen organizado, como sí pasaba, o al menos se sospechaba, con quienes interpretaban narcocorridos [de hace décadas], porque algunos cantaban hechos que, efectivamente, habían ocurrido", asegura la académica de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Ainhoa Vásquez Mejías.
Para la profesora chilena radicada en México y quien por varios años se ha dedicado al estudio de la narcocultura, las expresiones artísticas que abordan estos temas son un reflejo de un problema más profundo, que tiene que ver con las condiciones económicas, sociales y políticas que han permitido, durante años, el crecimiento del crimen organizado.

"Me parece que es sumamente irresponsable empezar a culpar a la ficción de lo que pasa en la realidad [...] Culpar a los narcocorridos, a los corridos tumbados o a los corridos bélicos de lo que pasa en México es un enfoque bastante sesgado, una visión muy corta e irresponsable porque ojalá fuera así de fácil, ojalá eliminando los corridos, las series o el cine se nos acabara la violencia", explica la también editora del libro Narcocultura de norte a sur. Una mirada cultural al fenómeno del narco.

Según ella, aunque la crítica a los corridos tumbados es legítima, lo que se debería analizar también es el abandono sistemático a la que la juventud mexicana ha sido expuesta por parte de los Gobiernos, el poco acceso a la educación y a la movilidad social.

"Pareciera que para algunos la única opción que queda es unirse a estos grupos porque encuentran un refugio, una pandilla, un sentido de identidad. Estamos olvidando el porqué los jóvenes (...) sienten que tienen una identidad ahí [en la narcocultura]. Todo se queda en el estigma, pero no se va a lo más profundo", apunta la también doctora en Literatura Latinoamericana por la Pontificia Universidad Católica de Chile.

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"Los narcocorridos no tienen ideología"

Encasillar a los narcorridos y a los corridos tumbados sería algo erróneo, pues estos géneros "no son solo una cosa", es decir, no son solo una apología a la violencia, aunque algunos lo son; tampoco son todos misóginos y no es un género con ideología, afirma el profesor-investigador de estudios de frontera en la San Diego State University, Imperial Valley, Juan Carlos Ramírez-Pimienta, en entrevista con Sputnik.
"Los narcocorridos son muchas cosas. El conflicto de mucha gente es que a veces piensa que solamente son una cosa entonces, sí, en general como género, son panegíricos, pero también son cantos de guerra, también son crónicas históricas, son cantos desde abajo, pero también son cantos desde arriba porque el género no tiene ideología, tiene la ideología del compositor y el cantante", abunda el especialista.
El caso de Peso Pluma llama la atención por su gran viralidad en redes sociales. Él es originario de Jalisco, un estado del occidente de México que, durante más de tres décadas, ha sido la cuna de varios grupos del crimen organizado, como el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), agrupación que desde hace años está en la mira de la DEA y el FBI.
A finales de los 70, Jalisco vio configurarse a uno de los grupos de la droga más grandes de la época: el cártel de Guadalajara, fundado por Miguel Ángel Félix Gallardo, conocido como el Jefe de jefes; Ernesto Fonseca Carrillo, alias Don Neto; y Rafael Caro Quintero, el Narco de Narcos. Esta célula criminal también estuvo detrás de la tortura y el asesinato del agente de la DEA, Enrique Kiki Camarena, quien logró infiltrarse a las filas del narcotráfico mexicano.
Además, Peso Pluma y parte de su familia viven en Sinaloa, específicamente en Badiraguato, el municipio natal de Joaquín el Chapo Guzmán, actualmente preso en Colorado y quien su momento fue el capo de la droga más buscado por la Justicia estadounidense.
El artista ha negado cualquier vínculo con el crimen organizado, luego de que en octubre de 2022, en una de sus presentaciones en Culiacán, Sinaloa, se proyectara en las pantallas el rostro del Chapo. "Me trataron de embarrar ahí", dijo, argumentado que fue el equipo de iluminación y de producción el que hizo eso sin su consentimiento.
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¿De dónde vienen los corridos y los narcocorridos?

México ha sido cuna de varios cárteles de la droga que, para entender su surgimiento, es necesario remitirse hasta inicios del siglo XX, cuando la marihuana y la adormidera eran sustancias de consumo popular, sobre todo entre quienes lucharon en la Revolución mexicana, según ha documentado el doctor en Sociología e investigador en el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, Luis Astorga.
Desde ese entonces, la música comenzó a retratar el consumo de estas sustancias entre la población y un ejemplo de ello es la famosa canción de dominio popular La Cucaracha, que aunque su origen se remonta a España, la letra fue adaptada en aquella época al contexto mexicano y en cuya letra se hace mención a la marihuana.
El académico de la Facultad de Música de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Guillermo Mora, explica a Sputnik que lo que hace a un corrido ser catalogado como tal es su versificación en octosílabos. Este tipo de música, dice, aparece con fuerza en la década de 1920; sin embargo, no hablaban solamente del consumo de drogas o de su comercialización, sino también de la vida diaria.
Fue hasta la década de 1970 cuando aparecieron los narcocorridos, principalmente en voz de la agrupación originaria de Mocorito, Sinaloa, Los Tigres del Norte, con canciones como Contrabando y traición (1974) y La banda del carro rojo (1975). La primera reza así: "Dicen que venían del sur en un carro colorado. Traían cien kilos de coca, iban con rumbo a Chicago". Con el tiempo, esta banda se ha posicionado como la más importante del género de los corridos.

"La música y el sonido tienen un uso social que es social mucho antes de los narcocorridos, pero es con esta alza de la criminalidad que la música y el sonido son utilizados como dispositivos para demarcar un espacio", subraya Mora.

Astorga también apunta que apropiarse de los narcocorridos es "desafiar el monopolio de la narrativa que tiene el Estado de estos aspectos de producción y trasiego de drogas".
Sin embargo, desde antes de Los Tigres del Norte ya había canciones que hablaban sobre narcotraficantes, como El Pablote, Por morfina y cocaína y La Piedrera, que datan de los años 30. Sin embargo, estos no permanecieron en la tradición musical mexicana y son difíciles de rastrear, asegura Ramírez-Pimienta.
De acuerdo con el también autor de Cantar a los narcos. Voces y versos del narcotráfico, entre las décadas de los 40, 50 y 60 no hay registro de narcocorridos debido al llamado Milagro Mexicano que vivió el país latinoamericano desde la década de 1940 hasta principios de 1970. En esa época, los Gobiernos establecieron un programa llamado desarrollo estabilizador, el cual derivó en un crecimiento económico importante y en la consolidación de la clase media. No obstante, "en cuanto se terminaron los tiempos buenos, surgieron los narcocorridos", apunta el académico.
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Para la década de 1980, apareció Rosalino Sánchez Félix, mejor conocido como Chalino, cantante sinaloense que fue asesinado en 1992 por el crimen organizado.
"Hay una reflexión inversamente proporcional al contexto violento: baja la violencia y los corridos se vuelven más tranquilos, menos violentos, como sucedió en los años 90 y los primeros años del milenio, pero empezó la guerra contra el narco [en 2006] y empezamos a escuchar 'mochando cabezas al que se atraviesa', los levantamos, los lanzagranadas. Desde mi punto de vista, hay una relación entre ese contexto histórico y las canciones acerca de ese contexto histórico", señala.
Ramírez-Pimienta subraya que el hecho de que este género musical no muera y solo se transforme es un claro indicador del convulso clima social, político, económico y de seguridad que se vive en el país.
"Desde los años 70 vivimos en crisis en México y desde los años 70 ha habido y sigue habiendo corridos que describen las crisis. Ahora lo que tenemos es simplemente es una evolución con nuevos ritmos", dice.

Los corridos tumbados y su éxito

Musicalmente, los corridos tumbados son diferentes a los corridos, en tanto que mezcla el rap y el trap estadounidense con los populares corridos. Aunque conserva su versificación en octosílabos, la voz en este nuevo género, al ser rapeada, el rango vocal es menor.

"Los corridos y los narcocorridos tienen acordes, los más básicos, pero los corridos tumbados, una característica que tienen es que empiezan a meter armonías más complejas y también en la cuestión de la métrica musical. En los corridos, se usa una métrica muy característica de seis octavos, en los corridos tumbados se meten métricas que interrumpen esta continuidad e introducen otra variedad", indica.

Como tal, apunta el experto, se puede hablar de la existencia de un nuevo género musical desde 2019, al menos desde el punto de vista comercial. Entre sus primeros éxitos se encuentra El de la codeína, de Natanael Cano, quien con menos de 20 años ya estaba haciendo corridos tumbados en Hermosillo, Sonora. Luego migró a Estados Unidos y allá conoció a Junior H, otro joven del mismo género que ascendió rápidamente tras subir canciones a YouTube.
De acuerdo con Ramírez-Pimienta, lo que los exponentes de los corridos tumbados han hecho es tomar recursos de otros géneros musicales como el trap.
Este fenómeno, apunta el investigador, ya se había presentado a inicios de los 90 con el gangsta rap y la música de Chalino Sánchez. Ambos géneros retrataban la violencia en contextos distintos.

"Eso causa que muchos jovencitos chicanos empiecen a seguir a Chalino Sánchez, porque fue un movimiento que se dio desde Los Ángeles, el opus del narcocorrido, el lugar desde donde se disemina la industria no es México es Estados Unidos. Entonces, tiene sentido que estos muchachos que están escuchando diferentes tipos de ritmos sean los que están escuchando el género", dijo.

Además de la variedad de sonidos que mezcla y los contextos que retratan, los corridos tumbados deben su popularidad al fácil acceso que hoy existe para escuchar todo tipo de música, además de que el costo de hacerla se ha reducido considerablemente.
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