En marzo de 2018, el exagente del SBU, Vasili Prózorov, mostró en una rueda de prensa en Moscú fotografías de una cárcel clandestina, en la que más de 300 personas fueron torturadas en dos cámaras frigoríficas en 2014.

Una investigación de Sputnik descubrió en julio de 2019 nuevas pruebas de la existencia de esta prisión secreta en el aeropuerto ucraniano de Mariúpol, operada por el grupo paramilitar Azov con el patrocinio tácito del SBU.

Según los testigos, a esta prisión eran enviados los milicianos capturados y los civiles sospechosos de simpatizar con los "separatistas".

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