Vitaly Portnikov, analista de Radio Libertad, para RIA Novosti. La política ucrania ha vuelto a lo carnavalesco de la anterior confrontación de Maidan: los diputados se pegan a gusto en la sala de sesiones, tocan sirenas, desgarran camisas y chaquetas caras... El parlamento ucranio vuele a transformarse en un mitin. ¿Pero qué tiempo podrá durar éste?
Al perder el poder que estaba al alcance de su mano, Nuestra Ucrania y el Bloque de Julia Timoshenko están demostrando que su instrumental político es la bronca en la sala de la Rada y el jaleo afuera, pues no tienen ningún otro. Durante el último período del gobierno de Kuchma, cuando el poder yacía bajo los pies de ellos, sin gozar de ningún apoyo por parte de la mayoría población, esa permanente fiesta de la anarquía daba su resultado. Su punto culminante fueron las manifestaciones de Maidan. Pero hoy día los "naranja" tienen que ver con unas fuerzas políticas que gozan de un obvio apoyo en la parte Sudeste de Ucrania, mientras que ellos mismos no tienen ningún peso político allí. Además, en el período transcurrido desde los mítines de Maidan, el Partido de las Regiones ha aprendido mucho de sus contrincantes, en primer lugar, lo de organizar mítines, tanto en el interior del parlamento como fuera de éste.
Parecería que una salida real para la "coalición naranja ", que actualmente se ha visto en oposición, consiste en la celebración de elecciones anticipadas de la Rada Suprema. Nadie va a oponerse a ello, ni los oposicionistas ni las nuevas autoridades. ¿Pero qué sucederá si las vuelve a ganar el Partido de las Regiones y Nuestra Ucrania pierde lo último que tenía, cediendo a Julia Timoshenko? O sea ¿qué va a hacer el presidente Yuschenko, si Nuestra Ucrania no se ve representada en la Rada Suprema, mientras que el Partido de las Regiones obtiene la capacidad de formar una vez más la mayoría gobernante? ¿Seguir disolviendo el parlamento hasta que ganen los partidarios de él? ¿Mas dónde están éstos, si entre Yuscheko y Timoshenko existen unas relaciones más que tensas?
Cualquier paso que dé el presidente significa una pérdida para él. Si disuelve el parlamento, proseguirá la desestabilización, con un desenlace impredecible. Y lo de dejar que la Rada siga funcionando, de hecho significa entregarse a la conmiseración del Partido de las Regiones y empezar el regateo en torno a la incorporación de los "suyos" en un sistema de poder "ajeno". Mas ello no es un infortunio del presidente Yuschenko, sino su culpa. Él disponía de dos años para estructurar un nuevo sistema de relaciones políticas, hacer paces con la oposición y encontrar un lenguaje común con ella. Elegido por los votantes de Oeste y Centro, Yuschenko estaba obligado a actuar también como presidente de los de Sudeste. Pero no lo hizo. Todo quedó como estaba. Las elecciones parlamentarias en la nueva Ucrania se desarrollaron utilizando el viejo instrumental político, las consignas sobre los "bandidos" y la imposibilidad de volver al "kuchmismo" y otras recetas de expresar odio a los contrincantes. Por la otra parte, la de Donetsk, llegaban las promesas de poner fin a la "peste naranja" y desenmascarar a las nuevas autoridades. En los campos de Yuschenko, Timoshenko y Yanukovich no tuvieron nada más que ofrecer al electorado. Por lo cual, ¡el carnaval continúa!
