NEZAVISIMAYA GAZETA. En Rusia entra en una nueva fase el proceso de reparto de propiedad en la industria del petróleo y gas. Tras YUKOS, Slavneft y Sibneft podrían caer víctimas del Estado los proyectos con alta participación extranjera.
En las últimas dos semanas los departamentos, responsables de protección ambiental, lanzaron ataques a tres proyectos de desarrollo de los yacimientos hidrocarburíferos en Sajalin, con reservas de petróleo y gas, estimadas respectivamente en 1,2 mil millones de toneladas y 1,5 billones de metros cúbicos.
A principios del cuarto trimestre la autoridad ambiental de la provincia de Sajalin planea realizar la inspección en las instalaciones navales, construidas en el marco de los proyectos "Sajalin-1" y "Sajalin-5". Además, este departamento impugna el dictamen positivo de los expertos en ecología que dieron el visto bueno para explotar dos bloques en el marco del proyecto "Sajalin-2", participado exclusivamente por compañías extranjeras: Royal Dutch/Shell y las japonesas Mitsubishi y Mitsui. Existe un acuerdo, por el cual Shell cedería a Gasprom su participación del 25% en el proyecto, recibiendo a título de compensación un paquete de acciones del consorcio público ruso. Pero las negociaciones no han hecho más de comenzar y es la causa principal de las presiones que el Ministerio de Recursos Naturales ejerce sobre los participantes extranjeros en "Sajalin-2", sostienen analistas.
"En caso del proyecto ‘Sajalin-3' el modo de proceder era prácticamente el mismo -dice la analista del grupo Tsentrinvest, Natalia Yanakaeva-. El proyecto estaba listo para ser puesto en marcha, pero en el último momento la administración provincial rescindió el contrato suscrito con ExxonMobil y Chevron. Los beneficios que reportaría este proyecto ingresarán en arcas públicas."
A su juicio, podría correr la misma suerte "Sajalin-2". "Los yacimientos contratados en el marco de este proyecto ya producen hidrocarburos y los beneficios se reparten en partes iguales ente el Estado y los inversores extranjeros. Pero en caso de rescisión del contrato, Gasprom pondría bajo su control pleno la ejecución del proyecto", afirma Yanakaeva.