Durante su visita a Francia Vladimir Putin se reunió con el mandatario francés Jacques Chirac y con la canciller de Alemania, Angela Merkel. ¿Se trata de la consolidación antiyanqui?
Para confrontar las posturas respecto al conflicto en ciernes en torno al dossier nuclear iraní Vladimir Putin decidió reunirse con los líderes de las mayores potencias continentales de Europa. Para edificar un mundo multipolar, Rusia debe elaborar una plataforma común con Francia y Alemania sobre muchos temas, formando de esta manera una especie del eje París-Berlín-Moscú. Todavía el general Charles de Gaulle, hombre muy versado en geopolítica, soñaba con tal eje, con una "gran Europa, desde el Atlántico hasta los Urales".
Si Europa desea resurgir como fuerza independiente y deshacerse del dogal de la tutela norteamericana, está condenada a aliarse con Rusia. Es algo evidente para todos los europeos que enfocan su futuro con sentido de responsabilidad. En Francia esta tradición se llama "gaullismo geopolítico", y el actual mandatario galo aplica precisamente tal rumbo.
Alemania, situada en el centro del espacio europeo, desempeña un papel protagónico en los procesos de integración europea.
Para Rusia esta Europa continental es un importante factor estratégico. Europa será libre fuerte y libre sólo en caso de que lo sea también Rusia. Rusia podrá recuperar su estatus de gran potencia, si Europa y EE.UU. abrazan caminos distintos en la política global. De ahí, el sentido del eje París-Berlín-Moscú.
Este eje obligó a Washington a reflexionar en serio sobre los riesgos de la invasión en Irak, aunque no pudo prevenirla.
Ya después de la agresión, los norteamericanos empeñaron no pocos esfuerzos por desarticular el eje. Ahora Estados Unidos está fraguando una nueva agresión, esta vez contra Irán. Y los tres líderes de nuevo se reúnen en Francia, comenta Alexander Duguin, politólogo, director del Centro de Análisis Geopolítico.
