La élite turkmena difícilmente podrá conseguir que las elecciones del nuevo mandatario, en sustitución del fallecido Saparmurad Niyazov, sean un asunto interno. Paralizados por la desconfianza y los recelos recíprocos, los antiguos visires del Turkmenbashi, o Padre de la Nación Turkmena, tomarán probablemente la iniciativa de buscar apoyo en Rusia, EE.UU. y la Unión Europea en un desesperado intento de impedir que las grandes potencias mundiales decidan sobre el nombramiento del sucesor.
Cualquiera que fuese la justificación de la injerencia externa en los asuntos turkmenos, es el gas natural lo que está en el fondo. Cada año, Turkmenistán produce 63.000 millones de metros cúbicos, lo cual equivale al diez por ciento del volumen extraído en Rusia. El contrato en vigor contempla que Gazprom importará desde Turkmenistán una cantidad de 150.000 millones de metros cúbicos en el período de 2007-2009 a un precio de US$100 por cada mil metros cúbicos, y podrá revender el hidrocarburo a Europa a un promedio US$235 obteniendo de esta manera un beneficio bruto de casi US$22.000 millones, sin tomar en cuenta los gastos del transporte. De las cantidades restantes del gas turkmeno se ocupa RosUkrEnergo, una empresa coparticipada por Gazprom y compañías amigas, que es la proveedora del gas centroasiático para Ucrania.
Es un fuerte instrumento de influencia, aparte de que el hidrocarburo turkmeno tiene vital importancia para que Rusia cumpla sus compromisos de entrega a los usuarios del gas en Europa, de modo que Moscú hará lo posible por instalar en lugar de Niyazov a un hombre que no se dedique a buscar rutas de exportación opcionales.
La primera alternativa posible es la construcción de un gasoducto entre Irán y Armenia, aunque el respectivo proyecto permanece bajo control de Gazprom. Otra opción es Nabucco, el gasoducto que debería conectar para el año 2011 los yacimientos del Caspio con el mercado europeo.
Europa, cada vez más preocupada por el creciente grado de dependencia con respecto a Gazprom, respaldaría gustosamente a un político que prometiera reorientar Turkmenistán hacia Nabucco. Con todo, es un proyecto que de por sí refuerza las posiciones de dos países musulmanes - Azerbaiyán e Irán - y una reorientación total hacia parece políticamente imposible. EE.UU. intentará prevenirlo seguramente. Al mismo tiempo, nada impide que la eventual criatura de Occidente en Ashgabat asuste a Rusia con semejante perspectiva, tal y como venía haciendo con éxito Niyazov. En el último año y medio, el Padre de la Nación Turkmena consiguió que Gazprom subiera el precio de importación de US$47 a US$100 por cada mil metros cúbicos.
