El "gas ha emponzoñado para siempre" las relaciones entre Rusia y Bielorrusia, espetó Alexander Lukashenko al término de la primera guerra de gas de 2004. Y dio en el clavo. Tres años después se reanudaron las "acciones de combate" entre Moscú y Minsk.
Bielorrusia dejó de transportar el petróleo ruso a través de su territorio hacia Alemania y Polonia.
Sirvió de pretexto para tal medida la negativa de Transneft de pagar el arancel de 45 dólares, aplicado por las autoridades de Minsk a título unilateral. Desde el 6 de enero fueron requisados ilegalmente del oleoducto Druzhba 79.000 toneladas de petróleo, según los datos que obran en el poder del presidente de Transneft, Semion Vainshtok.
El viceministro ruso de Desarrollo Económico y Comercio, Andrei Sharonov, entregó al embajador bielorruso en Moscú una nota con la exigencia de abolir de inmediato el arancel establecido como condición indispensable para el comienzo de las conversaciones.
El Ministerio ruso de Justicia también acogió con asombro la nueva (a través de Bielorrusia se conducen casi 70 millones de toneladas de crudo al año). "El aumento hasta 45 dólares de la tarifa de tránsito es algo que contradice los acuerdos vigentes dentro de la CEI y de la Unión Rusia-Bielorrusia. Es absurdo obligar a Rusia a pagar los derechos impuesto a la mercancía que no pertenece a Bielorrusia sino que pasa a través de su territorio", sostienen los expertos del ministerio.
Entretanto, Ucrania espera sacar provecho de la guerra comercial entre Rusia y Bielorrusia. Kiev se muestra dispuesto a aumentar de 9 a 12 millones de toneladas la transportación del petróleo ruso hacia Europa.
El arancel a la transportación de crudo es una medida que tuvo de adoptar Lukashenko, reaccionando al hecho de que en diciembre de 2006 el Gobierno ruso haya abolido el régimen de libre comercio con Bielorrusia, al fijar en 180 dólares los derechos de exportación de petróleo para Minsk. Las plantas bielorrusas que refinan hasta 19,2 millones de toneladas de petróleo ruso al año y luego exportan los productos refinados, están al borde de la catástrofe con nefastas consecuencias para toda la economía nacional.
