No creo que el desarrollo de la defensa antibalística norteamericana en Europa represente un gran peligro para Rusia que es capaz de dar una réplica adecuada a cualquier ataque. Además, vivimos en un mundo distinto, por lo que estoy absolutamente seguro de que no habrá guerra entre Rusia y EE.UU. ni entre Rusia y Europa. Irán no es capaz de sostener guerra. El territorio de Europa no será escenario de una contienda, de modo que no se trata del peligro bélico. Lo que desagrada es que las consignas políticas discrepan sensiblemente de los hechos prácticos.
Lo que el director de la Agencia estadounidense de Defensa de Misiles, el teniente general Henry Obering, califica de "consultas a Rusia", en realidad no son ningunas consultas. En vez de intercambiar opiniones y sostener debates, tomar en consideración la opinión de la otra parte, se convoca una rueda de prensa donde se anuncia la decisión ya aprobada de emplazar elementos de la defensa antibalística norteamericana en Europa.
El miércoles pasado, durante la reunión del Consejo Rusia-OTAN, el mismísimo general Obering habló mucho sobre la defensa antibalística ante embajadores de los 26 países otanianos y de Rusia. Pero en la sala no estuvo un solo hombre realmente versado en la materia. No sólo yo sino que muchos embajadores de los países de la alianza tenían preguntas al poniente.
Para hablar de los parámetros de la defensa antibalística norteamericana deben celebrar un encuentro científicos, matemáticos, físicos, especialistas en balística, proyectistas, y no embajadores o ministros. Un estudioso no podrá engañar a otro, vendiéndole gato por liebre. Sin un análisis pericial a fondo es imposible evaluar la verdadera proyección de los planes norteamericanos.
Pero lo más grave estriba en que nuestras ofertas de cooperación son rechazadas. Si se parte del supuesto de que nuestras amenazas comunes son misiles iraníes y el armamento nuclear de los países gamberros, apreciémoslas juntos para luego construir una defensa antimisiles conjunta. No, dicen ellos, la construiremos nosotros y luego les invitaremos a Ustedes.
No acabo de comprender la postura mantenida por nuestros interlocutores en el Consejo Rusia-OTAN. Las autoridades de Washington aseveran que todos esos antimisiles y radares que se planea estacionar en Europa del Este buscan el objetivo de defender a los aliados, sin siquiera consultar a esos mismos aliados. El proyecto norteamericano no necesita ser aprobado por el consejo de la OTAN.
Cuando me preparaba para partir a Bruselas, me extrañó mucho la noticia de que Rusia y la OTAN cooperan en materia de defensa antibalística. Se suponía que el máximo grado de confianza. Pero hoy resulta que la confianza se acabó, opina Konstantín Totski, embajador de Rusia ante la OTAN.
