Tras unas acerbas críticas a que sometió en Munich Vladimir Putin la política de la actual Administración USA, la Casa Blanca elaboró un plan especial de reconciliación con Rusia. Su objetivo fundamental consiste en mejorar las relaciones personales entre los dirigentes rusos y norteamericanos, sin desistir de los planes de robustecimiento de la defensa antibalística y la ampliación de la OTAN.
Ayer, The New York Times informó sobre el propósito de la Casa Blanca de intensificar las consultas con Rusia sobre problemática estratégica para que el Kremlin tenga una idea adecuada de la política exterior aplicada por Washington. Esta noticia fue corroborada durante la reunión tradicional sostenida por el portavoz de la Casa Blanca con periodistas.
Al propio tiempo, un alto cargo público de EE.UU. subrayó en la entrevista al periódico arriba mencionado que una posible mejora de las relaciones con Rusia no supondría concesiones en los temas clave, tales como la ampliación de la OTAN hacia el Este o el emplazamiento de elementos de la defensa antibalística en Polonia y la República Checa. La Administración USA está convencida de que las consultas con Rusia ayudarán a EE.UU. a poner trabas a la materialización práctica de los programas nucleares de Irán y Corea del Norte.
Sergei Kazennov, experto del Instituto de Seguridad Nacional y Estudios Estratégicos, interpretó el propósito de la Administración USA de proporcionarle a Moscú más información sobre sus planes estratégicos como una respuesta al discurso pronunciado por el primer mandatario ruso en Munich, en el que Putin acusó a EE.UU. de intentar edificar un mundo unipolar con empleo de la fuerza armada. "No es otra cosa que un paso diplomático llamado a tranquilizar no tanto a Rusia como a Europa Occidental que se siente cada vez más preocupada con el empeño de EE.UU. de arrastrarla en una confrontación con Rusia - manifestó el experto. Un nuevo enfoque que EE.UU. pretende dar a las relaciones con Rusia en modo alguno influirá en los planes de Washington de emplazar elementos de la defensa antibalística en Europa del Este ni en la política norteamericana en Oriente Próximo. Se trata de una especie de sedativo llamado a sosegar a la opinión pública mundial".
Anatoli Utkin, director del Centro de Estudios Internacionales (Instituto de EE.UU. y Canadá, Academia de Ciencias de Rusia) hizo recordar que las consultas entre Moscú y Washington sobre cuestiones de importancia estratégica se habían venido sosteniendo desde finales de los años 60 y ejercieron una influencia positiva sobre el fortalecimiento de la seguridad internacional. "Lo echó a rodar todo el presidente George Bush quien durante su visita a Moscú en mayo de 2002 anunció la retirada unilateral de EE.UU. del Tratado de Defensa Antibalística de 1972", opina el experto.
