Letonia ya está dispuesta a participar en el proyecto ruso-alemán del Gasoducto del Norte de Europa y hasta ofrece su infraestructura del sector del gas a la rusa Gazprom, a pesar de que en el pasado se opuso al tendido del gasoducto en el fondo del Mar Báltico, por motivos ecologistas.
Además de cerrar finalmente el tema de las fronteras, pendiente desde hace diez años, Rusia y Letonia acordaron el martes que en el territorio letón se construirá un depósito para almacenar el gas ruso destinado a Europa.
Sin embargo, algunos expertos rusos creen que Moscú ha actuado con prisa excesiva en esta materia. No debía haber suscrito el acuerdo de fronteras con Riga sin adoptar previamente una declaración sobre los principios de las relaciones bilaterales, opina el ex diplomático y, hoy en día, diputado parlamentario Mijaíl Demurin, quien supervisó el tema letón durante su trabajo en la cancillería rusa
La ausencia del acuerdo, en su opinión, no era un estorbo para proteger la frontera ruso-letona, de manera que Moscú podía haber negociado mejor el asunto y conseguir de Riga algunas garantías estratégicas militares, por ejemplo, que Letonia se abstuviese de acoger en su territorio ciertas estructuras de la OTAN.
"Al decantarse por la firma, el Gobierno simplemente ha despejado para alguien el terreno económico y se ha quedado, en cambio, sin herramientas políticas", considera él. El diputado sospecha que han sido los influyentes cabilderos de Gazprom quienes insistieron en acelerar la suscripción del acuerdo.
Otra razón probable es el vertiginoso deterioro de las relaciones con Bielorrusia: las querellas con Minsk hacen que la "ruta letona" se perciba como alternativa importante en el tránsito de hidrocarburos rusos hacia Europa.
