La suscripción del Acta de Trato canónico restablece oficialmente la integridad de la Iglesia Ortodoxa Rusa (IOR), dividida a raíz de la guerra civil que tuvo lugar en Rusia hace casi nueve décadas.
En plano político, la reunificación beneficia a mucha gente pero, ante todo, a los jerarcas de la Iglesia Ortodoxa Rusa en el extranjero y a los de la vernácula. La Iglesia se encuentra ahora en una situación complicada: lleva 19 años sin convocar el Concilio Local, máximo órgano de dirección eclesiástica; escucha dentro del clero y entre los feligreses algunas voces disidentes, de orientación tanto liberal como conservadora; pero prefiere enconar las controversias en vez de promover la discusión interna. Con este telón de fondo, la reunificación presenta un cuadro hermoso y permite compensar la pasividad o los errores cometidos en otros ámbitos con el mérito histórico de los protagonistas del proceso.
Mientras Rusia vivía bajo "el gobierno de los ateos", las diócesis extranjeras funcionaban de forma autónoma aunque, oficialmente, seguían siendo parte inalienable de la Iglesia madre. La desintegración de la URSS eliminó el último obstáculo para la reunificación pero "los expatriados" pudieron asegurarse las garantías de autonomía total gracias a la negociación que se prolongó por dos décadas.
El presidente ruso Vladímir Putin, quien visitó en 2003 al Metropolitano Lauro, el máximo jerarca de la IOR en el extranjero, también puede obtener dividendos personales gracias a la reunificación.
Es una legitimación simbólica del actual Gobierno, como sucesor del poder previo a la revolución bolchevique, y, probablemente, la conquista histórica más importante de la "era Putin" para los cronistas del futuro.
La escisión de la Iglesia Rusa en los años 20 del siglo pasado fue resultado de causas políticas, no religiosas. Es natural, por lo tanto, que la política tenga tanta presencia en el proceso de la reunificación.
La vida del pasto también se ve influida por decisiones políticas. Una vez recuperada la unidad, será posible superar la desconfianza que aún persiste entre algunos parroquianos y eliminar muchos inconvenientes, por ejemplo, optimizando la ubicación de las parroquias rusas en el extranjero.
En plano social, la experiencia de la reunificación tiene importancia singular para Rusia: dos sectores que, por serias razones históricas, mantenían una actitud hostil uno al otro, han conseguido mediante una negociación respetuosa acordar las posturas y las bases de la reconciliación para restablecer finalmente la unidad.
