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Moscú necesita neutralización del movimiento Talibán. Vremia Novostei

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Los últimos tiempos en Afganistán se ha intensificado mucho la resistencia de los talibán y otros adversarios del Gobierno de Hamid Karzai. Se perdió definitivamente el control sobre la circulación de drogas. En tal contexto, muchos países de la OTAN empiezan a dudar siempre más de la posibilidad de tener un desenlace feliz la operación en Afganistán.

 

Pero la retirada de las tropas de coalición provocaría una nueva vuelta de la guerra civil en Afganistán, la que se libra en el país desde hace 30 años. Por  algo a finales de la década del 90 pudo imponerse  precisamente el movimiento Talibán, el que fue el último en entrar en la lucha política. La población del país apoyó a ese nuevo movimiento que se manifestaba por poner fin a las luchas intestinas, mientras que sus adversarios estaban desangrados por una larga guerra civil.

Con el surgimiento del Talibán, la confrontación en Afganistán adquirió  un carácter nuevo. La guerra de "todos contra todos" se tradujo en la lucha de los pushtúes (el Talibán) contra los no pushtúes (la Alianza del Norte).

Rusia no está interesada ni en la victoria del Talibán ni en la derrota de éste por las fuerzas de coalición. La victoria de ésta  y la estabilización de la situación en Afganistán le permitirían a Occidente (y no sólo a él) realizar sus planes de construcción de tuberías de Asia Central vía Afganistán, soslayando a Rusia. Como resultado, Moscú se privaría del dinero que se cobra por el tránsito de hidrocarburos procedentes de los países de Asia Central, perdería su influencia sobre éstos y también se debilitarían las posiciones de Moscú en las negociaciones con los principales consumidores de hidrocarburos: EEUU, la UE y China.

A Rusia no le conviene en absoluto que salga ganador el Talibán.  El surgimiento de un régimen islámico radical desestabilizaría bruscamente la situación tanto en Tayikistán y Uzbekistán, limítrofes con Afganistán, como en las repúblicas del Cáucaso del Norte que forman parte de Rusia.

Rusia debe decidir ya hoy día su proceder con respecto a Afganistán. Tras la retirada de las tropas de coalición el país volvería a la situación de mediados de la década del 90, es decir a la confrontación de los pushtúes (el Talibán) con los tayikos, los uzbecos y los khazarianos (la Alianza del Norte). Los talibán tienen bastante altas probabilidades para vencer, dado el apoyo que les presta Pakistán . Lo más sensato sería que Rusia respalde a la Alianza del Norte. Lo que necesita Moscú no es la victoria de la Alianza, a los líderes de la cual puede atraer fácilmente a su lado Occidente, ofreciéndoles dinero, como lo hizo EEUU en 2001, sino la neutralización del Talibán.

 

Autor: Dmitri Volodin, experto del Instituto de EEUU y Canadá de la Academia de Ciencias de Rusia

 

 

 

 

 

 

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