Hay poca compatibilidad a día de hoy entre la Unión Europea y Rusia, escribe Ekaterina Kuznetsova, directora de programas europeos en el Centro ruso de estudios sobre la sociedad postindustrial. Cada parte defiende sus propios valores políticos, su visión de soberanía y sus estándares en materia de derechos humanos. La reciente cumbre Rusia-UE, celebrada en Samara, ha demostrado claramente que la cooperación entre Moscú y Bruselas tiene sus límites. Hoy se vislumbra un conflicto de valores entre ambas partes de Europa, a pesar de las declaraciones aparatosas sobre la afinidad.
La preservación del actual Convenio de asociación y cooperación (CAC) resulta en este contexto desventajosa tanto para la UE como para Rusia. Esta última propone desvincular de los asuntos económicos el tema de valores para no limitarse el margen de actuación con lo que define como "reflexiones abstractas". La UE, a su vez, tendrá escaso interés por el fomento de la relación con un Estado que ostentosamente opone sus valores a los del resto de Europa. Por consiguiente, la colaboración será posible únicamente en algunas cuestiones económicas cuyo número irá mermando de forma gradual.
El actual acuerdo de cooperación, suscrito hace diez años, parece obsoleto e ineficaz, pero no es porque su potencial se haya agotado ya sino porque Rusia ha desaprovechado un 90 por 100 de las oportunidades que le proporcionaba el documento. Fue un acuerdo progresista por el mero hecho de que Rusia, diez años antes de que la perspectiva de su ingreso en la OMC se hiciera real, tuvo que aplicar los criterios de este organismo a sus relaciones económicas con Europa.
Es poco probable que la UE vaya a luchar por Rusia. Le resulta más fácil hacer la vista gorda ante el problema de valores y concentrarse en temas económicos. Para Moscú, cualquier convenio futuro de cooperación con Bruselas será mucho menos prometedor que el actual. Europa parece dispuesta a resignarse a la existencia del peculiar modelo ruso de la democracia, los valores y los derechos humanos. Con cada documento nuevo que firman las partes, se vuelven más diluidos los objetivos de su cooperación; más abstractas, las medidas que se proponen para la solución de ciertas tareas; y más inciertos, los calendarios. Por tanto, no cabe esperar que el futuro acuerdo entre la UE y Rusia sea un paso hacia adelante.
