El Año de China en la Federación Rusa tiene como telón de fondo un drástico deterioro de las relaciones económicas y comerciales entre ambos países. Moscú está descontento con la evolución del comercio bilateral, cuya balanza es desfavorable para Rusia, y no quiere que ésta sea para China un apéndice proveedor de materias primas y un mercado de venta. Por tanto, introduce nuevas restricciones para empresas chinas y aplica una línea dura en lo que respecta al suministro de recursos energéticos.
La corporación pública china del gas y el petróleo, CNPC, se muestra fuertemente preocupada por las recientes declaraciones de altos ejecutivos de Gazprom, los cuales mencionaron la posibilidad de aplazar la construcción del gasoducto Altái, tubería que iba a proporcionar a China grandes cantidades del gas natural a partir del año 2011. Dos ministerios rusos, Desarrollo Económico y Comercio e Industria y Energía, se negaron a abrir el mercado local para el ensamblaje de vehículos chinos. La decisión pone en jaque cuatro proyectos por valor total de US$400 MM.
El presidente de la Cámara baja del Parlamento ruso, Borís Gryzlov, denunció hace varias semanas una tendencia que suscita especial preocupación en Moscú. Dentro de las exportaciones rusas a China "prevalece y sigue en aumento el porcentaje de las materias primas y los productos de transformación primaria, tales como el crudo, madera en rollo, pescado, artículos químicos y metales no ferrosos". Al mismo tiempo, va decreciendo el peso de los productos de alta tecnología.
Con todo, los expertos piensan que la situación de Rusia no es desesperada. Hace poco, el Gobierno ruso aprobó un programa que prevé la construcción de varias plantas transformadoras del gas y químicas en Siberia y en el Extremo Oriente, directamente al lado de los yacimientos. "En vez de exportar el gas crudo, será posible elaborar productos de valor más alto como helio, propano, butano, polipropileno y toda clase de materiales plásticos", considera Serguei Pravosúdov, director del Instituto de energía nacional. "Es una buena solución para equilibrar la balanza comercial", piensa él.
El rector científico de la Escuela Superior de Economía, Yevgueni Yasin, está convencido de que Rusia tendrá que aprender a fabricar productos de buena calidad. "Abstrayendo las armas, lo tenemos mal todavía", señaló él.
