En su versión actual, el Tratado sobre las Fuerzas Armadas Convencionales en Europa (FACE) beneficia a la OTAN en mayor grado que a Rusia, señalan los expertos militares al explicar el por qué Putin ha decretado la moratoria sobre el cumplimiento de dicho documento por parte de Moscú.
Suspendiendo su participación en el tratado de armas, Rusia "ofrece a Occidente una oportunidad más para sopesar la postura con respecto al FACE", señaló Guennadi Yevstáfiev, veterano del servicio ruso de inteligencia (SVR) y, en la actualidad, asesor jefe del Centro PIR.
"Si Occidente no reacciona, Rusia tendrá que abandonar el tratado y, acto seguido, presentar una visión propia del cómo debería garantizarse la seguridad en Europa en las nuevas condiciones".
Durante la suscripción del tratado, en 1990, el Pacto de Varsovia tenía "un potencial bélico casi dos veces superior al de la OTAN", recordó el experto. Hoy en día, las fuerzas convencionales de la Alianza, especialmente, debido a su ampliación en primavera de 2004, triplican a las de Rusia, constató él.
"Otro problema es que las tropas rusas se encuentran ahora a una distancia mayor de las fronteras del noroeste y el sur. Previamente a la desintegración de la URSS se habían emplazado, por ejemplo, en la zona del Báltico pero luego tuvieron que trasladarse hacia el interior de Rusia porque el FACE contempla las llamadas restricciones de flancos".
Vladímir Beloús, colaborador jefe del Centro ruso de seguridad internacional, también opina que "el Tratado FACE, en su versión actual, responde en mayor grado a los intereses de la OTAN que tiene una superioridad fuerte sobre Rusia en lo concerniente a los carros de combate, cañones y vehículos blindados".
"El despliegue de las tropas estadounidenses en Bulgaria y Rumania, así como el plan de instalar en Polonia y República Checa algunos elementos del sistema de defensa antimisil, tampoco favorece a Rusia. A menos que la situación cambie, el FACE perderá su vigor y dejará de existir", declaró el analista.
