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Caso Politkóvskaya, un test para la sociedad rusa. Vedomosti

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La reportera Anna Politkóvskaya fue asesinada en el portal de su casa hace un año, el 7 de octubre de 2006. Parece emblemático que un balazo la alcanzara en pleno centro de Moscú, y no en Chechenia donde había arriesgado la vida en más de una ocasión. La personalidad de la víctima y una serie de otras circunstancias transforman este crimen en un test para la sociedad y el Estado rusos. Es un caso que demuestra tanto la disposición de la Justicia rusa para esclarecer la verdad como la salud moral de la sociedad en su conjunto.

 

Politkóvskaya había defendido su credo a pesar de amenazas y disuasiones. Seguía con lo suyo a pesar de que mucha gente en Rusia no quería escucharla ni oírla.

Putin afirmó que la muerte de Politkóvskaya había perjudicado la imagen de Rusia en mayor grado que sus artículos. Sin embargo, cuanto hemos oído hasta la fecha son meras declaraciones, de que a la periodista ordenaron eliminarla los fugitivos en desgracia, supuestamente beneficiados con este asesinato.

También continúan las polémicas en torno a varios sospechosos, presuntos autores materiales del crimen.

Más que una señal del exitoso avance del sumario, es un síntoma de que la lucha bajo alfombra entre diversos cuerpos de seguridad ha entrado en una fase nueva. Entretanto, se va ampliando el martirologio de periodistas rusos y la investigación de su muerte se ve muchas veces atascada, como sucede con el caso de Iván Safrónov, del diario Kommersant, o de Paul Khlebnikov, de la edición rusa de Forbes.

A su manera, el Estado ruso se preocupa por los periodistas. El Ministerio del Interior organizó en abril pasado un curso de entrenamiento para los reporteros que trabajan en diversas zonas de conflicto. Les enseñaban cómo esquivar las minas o el peligro de quedar capturados como rehenes, y les recomendaban durante la dispersión de un mitin "apartarse y no provocar a los agentes policiales por una imagen espectacular o un reportaje sensacional".

El problema de Rusia radica en que esta sugerencia  u orden de "apartarse" es acatada gustosamente tanto por los periodistas como por el resto de la sociedad. La mayoría de los rusos cree imposible hallar a los inspiradores y autores de tales crímenes. Así piensa el 68% de las personas entrevistadas por FOM, frente al 19% que confía en el éxito de la investigación. Semejante posición contemplativa de cara a una estabilidad virtual que es producto de la hipnosis televisiva es, desde luego, muy cómoda pero, al habernos apartado, podemos descubrir un día que en el caso de una desgracia hay que pedir ayuda a personas aún vivas de la clase de Anna Politkóvskaya.

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