El reciente nombramiento de Mijaíl Fradkov al frente del Servicio ruso de Inteligencia, y otros, que Vladímir Putin ha realizado en los últimos años, tienen tres características en común:
La primera es el factor sorpresa. Muchas veces, el mandatario ruso se decanta por una persona totalmente inesperada. Cuando se hizo el enroque con los jefes de Justicia y Fiscalía General, en junio de 2006, un alto funcionario del Kremlin mostraba regocijo casi infantil porque ningún periodista había acertado con el pronóstico.
En segundo lugar, el nuevo empleo debe guardar relación mínima o, mejor, ninguna, con la anterior experiencia del funcionario en cuestión. El ejemplo clásico es el ascenso de Anatoli Serdiukov, curtido en el sector de muebles e impuestos, al puesto de ministro de Defensa.
Tercero: ha de ser obligatoriamente alguien que tenga confianza personal de Putin o de alguno de sus correligionarios más próximos. En el caso del señor Fradkov, en este sentido, la nueva designación equivales a una señal excelente, por la esperanza de que pueda permanecer varios años más en la cúpula.
Los políticos leales al Kremlin, por ejemplo, los senadores Víctor Ozerov y Yuri Sharandin, califican este nombramiento de lógico, por la experiencia que Fradkov tiene en materia de relaciones internacionales y cuerpos de seguridad, así como por su integración en el equipo de Putin. Los opositores, como el politólogo Andrei Piontkovski, señalan por el contrario que es una designación "absurda", que "desacraliza los puestos claves en el Estado" y "atribuye un definitivo aspecto carnavalesco al sistema político de Rusia".
La biografía oficial del ex primer ministro Fradkov no incluye antecedentes de espía, así que a Fradkov se le reserva obviamente el papel de "jefe político" de Inteligencia.
Con todo, llama la atención el hecho de que tres departamentos que Fradkov había encabezado previamente a su nombramiento como primer ministro, se suprimieron cuando se fue. Es lo que sucedió con el Ministerio de Relaciones Económicas Exteriores, el de Comercio y el Servicio Federal de Policía Fiscal. Si se mantiene esta tendencia, su nuevo empleo podría terminar con el traspaso de Inteligencia al control del Servicio Federal de Seguridad (FSB). Dicha institución ya recuperó buena parte de los departamentos que en su momento se habían separado de la KGB.
