Ayer, Harbin albergó la reunión sostenida por los ministros de Asuntos Exteriores de Rusia, China e India, llamada a mostrar que, frente a los nuevos retos como la defensa antimisiles norteamericano-nipona en el Pacífico y los intentos de EEUU de establecerse en Asia Central, cobra pujanza el triángulo estratégico Moscú - Nueva Delhi - Pekín. Ello no obstante, todo viene a evidenciar que sus integrantes persiguen objetivos distintos.
"China cree -expresó ayer el jefe de la diplomacia china Yang Jiechi- que el programa de defensa antimisiles puede ocasionar daños al equilibrio estratégico y a la estabilidad en el mundo". El canciller chino se refería antes que nada a la defensa antimisiles norteamericano-nipona en el Pacífico.
El titular ruso de Asuntos Exteriores, Serguei Lavrov, reconoció en forma indirecta que la reunión de cancilleres perseguía el único objetivo de contrarrestar a Estados Unidos en la región. "No abrigamos los planes de crear alianzas militares algunas, sino que procuramos dar solución a los problemas de seguridad a través de organismos multilaterales, nuestros encuentros tripartitas, en el marco de la Organización de Cooperación de Shnghai, así como por conducto de otras estructuras", dijo.
Últimamente, ponen en guardia a Moscú los intentos de Washington y sus aliados de formar asociaciones regionales alternativas de signo opuesto. EEUU trata de amalgamar la organización Gran Asia Central sin la participación de Rusia, mientras Japón avanza la idea de crear una Unión de Democracias Asiáticas. Mientras en Asia Central las posiciones de Moscú y de Pekín son bastante sólidas, en el tramo indio pueden enfrentar ciertos problemas.
Un fehaciente testimonio de la falta de la unanimidad en el seno del trío fue que durante las negociaciones con Serguei Lavrov, su homólogo indio, Pranab Mukherjee, prefirió no mencionar el tema de defensa antimisiles, pero discutió interesadamente proyectos concretos en los ámbitos de energía y exploraciones espaciales.
La cautela de Nueva Delhi es bien comprensible. El triángulo le interesa a India ante todo para normalizar y fomentar las relaciones con China, así como para discutir la cooperación energética con Rusia. Pero en aras de lograr estos objetivos los dirigentes indios evidentemente no se proponen lanzar una rígida retórica antiyanqui y acatar las reglas impuestas por Moscú y Pekín.
