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Las víctimas del optimismo desenfrenado. Nezavisimaya Gazeta

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El desplome que se produjo el lunes en el mercado ruso de valores, con caídas de más del 7% de los índices RTS y MMVB, por vez primera desde la crisis de 1998, demuestra el coste del optimismo desenfrenado que los funcionarios locales manifestaron a finales del año pasado, ante la noticia de que el flujo neto de capitales a Rusia subió en 83,3 mil millones de dólares en 2007. La jornada de ayer enseñó que era un logro dudoso.

 

Aproximadamente la mitad del dinero captado por Rusia se canalizó hacia la especulación bursátil, no hacia la inversión directa que beneficia el desarrollo de diversas industrias y sectores económicos. Las primeras manifestaciones negativas aparecieron el año pasado: el Banco de Rusia se vio obligado a emitir más rublos para comprar divisas - dólares y euros - que iban llegando a la bolsa. Con ello, contribuyó a acelerar la inflación pero, si no hubiese intervenido, la moneda nacional se habría consolidado en exceso y la competitividad de las empresas rusas habría caído hasta niveles peligrosos para la supervivencia de sectores enteros. Lo que vemos en la actualidad es otro de los aspectos negativos.

El mercado ruso de valores ya lleva una semana a la baja y es un descenso más acusado que el de las bolsas asiáticas y occidentales, cuya estela sigue. Continúa bajando a pesar de que la economía rusa no presenta motivos especiales para ello. Los precios de recursos energéticos se mantienen por las nubes; el petróleo vale casi 90 dólares por barril; el PIB de Rusia va creciendo a un ritmo varias veces superior al de las naciones industrializadas; el rublo está fuerte; y las reservas del Banco Central y el Fondo de Estabilización permiten al sistema financiero superar el tiempo de zozobra sin mayores pérdidas, por lo menos, durante dos o tres años.

Lo que Rusia pierde estos días es el capital especulativo cuya afluencia, hace apenas un mes, se interpretaba como un importante logro económico. Por ahora, el proceso afecta a pocos ciudadanos rusos. Quienes guardan activos en valores no rebasan centenares de miles de personas, y en caso de que tengan paciencia suficiente, podrán compensarse las pérdidas actuales dentro de algunos meses o años. Claro que también hay gente que no puede esperar a que el mercado vuelva a crecer: algunos necesitan dinero con urgencia y otros simplemente temen perder la totalidad de lo que hayan invertido en valores, si no los venden ahora.

Es el Estado el que tiene la culpa por las pérdidas financieras de estos rusos. Primero, por haber presentado el flujo de capital especulativo como un éxito; y, segundo, por haber contribuido, con una propaganda activa, a que los ciudadanos sin experiencia se vieran implicados en la pirámide del mercado de valores. Se organizaron para ello tres "OPIs populares", la de la petrolera Rosneft y las de los bancos VTB y Sberbank. A juzgar por la jornada del lunes, los nuevos accionistas difícilmente pueden sentirse contentos con su participación. Las cotizaciones de Rosneft cayeron ayer en más del 5% en comparación con julio de 2006, cuando esta empresa salió a bolsa. A estas pérdidas habría que sumar la inflación, que sólo el pasado año se situó en el 12%, así como los gastos de gestión de cuenta. Esta "OPI  popular" devaluó los recursos de sus participantes en un 20% como mínimo. En el caso de VTB, la depreciación es todavía mayor, de un 33% en poco más de seis meses, si se toma en cuenta la tasa de la inflación. Con Sberbank pasa algo similar: sus cotizaciones en la bolsa MMVB se acercaron el lunes al nivel de partida, de modo que los accionistas también salen perdiendo, habida cuenta de la inflación.

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