Gazprom va a festejar su 15 aniversario en el Kremlin con la asistencia de Deep Purple, grupo favorito de la infancia de Dmitri Medvédev, quien pasará de presidente del consejo de directores de Gazprom a presidente de Rusia.
Los eventos de este tipo han dejado de ser noticia. En la fiesta corporativa del servicio ruso de seguridad actuó la banda Scorpions, la misma que la prensa soviética calificada de "facha" y la KGB no dejaba escuchar a los ciudadanos. Ya no hablemos de empresarios rusos. Están hastiados con la intervención de estrellas occidentales en sus fiestas de cumpleaños. Las importaban sin reparar en el precio, así que los promotores ya se quejan porque todos están malcriados y se niegan a dar recitales ordinarios. Una entrada al concierto de estos ídolos fue en la infancia un sueño inasequible para los magnates de hoy. Ahora pueden permitirse el lujo de comprarlos por un par de de días. Por más tiempo pueden adquirir un club de fútbol, un equipo de Fórmula 1, una empresa productora de coches deportivos, y así por el estilo. Todos éstos son ejemplos de sueños infantiles que se han materializado literalmente.
Muchas veces suelen comportarse así los nuevos ricos en la provincia. Pero, comprando a un ídolo, es imposible adquirir la tradición de percibirlo. Más bien, al contrario: se aniquila de esta manera la oportunidad de entender tal tradición. No tiene nada de raro la reacción de los clientes: "No está mal ese Sting (Pink, Elton John, Jennifer López, Shakira, etc.). Toma vodka".
Las empresas y organismos públicos se arman las mismas fiestas, con la única diferencia de que se limitan a los ídolos envejecidos (Tina Turner es la otra estrella occidental que se espera en el aniversario de Gazprom). Será porque la gestión pública es más torpe, o porque los gustos allí son más conservadores, o porque se tomarán en cuenta la edad media de la audiencia.
Motivos similares empujan a los representantes del poder público cuando desembarcan desde helicópteros en el Polo Sur o en el monte Elbrus, descienden en batiscafos al fondo del Océano Glacial Ártico o se apuntan como turistas espaciales. Los astronautas, los marineros y los exploradores polares también son ídolos de los tiempos de juventud. El coste de semejantes aventuras se mantiene a menudo en secreto. Ya podemos parafrasear la vieja consigna de "alcanzar y adelantarse" en "pujar y ofrecer más".
