El ministro ruso de Exteriores, Serguei Lavrov, presentará hoy a la Conferencia de la ONU sobre Desarme en Ginebra el proyecto de tratado, preparado conjuntamente con China, que prohíbe desplegar armas en el espacio.
A diferencia del tratado de 1967 que prohíbe emplazar en el espacio sólo armas de destrucción masiva, el nuevo documento hace extensiva esta prohibición a cualesquiera armas, incluidas las cinéticas que desarrolla con energía EEUU. Es la segunda respuesta a la retirada de EEUU del Tratado ABM en 2002. La primera en responder a la acción emprendida por Washington fue China, país que en enero del año pasado lanzó un misil que destruyó un satélite meteorológico obsoleto a 800 kilómetros de la Tierra. El misil no llevaba carga explosiva, pero su lanzamiento exitoso suscitó histeria en EEUU.
"Las Fuerzas Armadas de EEUU dependen al 100 por cien de los satélites -hace recordar el experto en armamento del Instituto de Economía Mundial y Relaciones Internacionales, Alexandr Pikáev-. Sin ingenios espaciales los estadounidenses serán incapaces de conducir una guerra por quedar sordos y ciegos."
No hay indicios de una carrera armamentística en el espacio por lo que bastan los acuerdos ya firmados, sostienen las autoridades de Washington.
"En primer lugar, la Administración de Bush muestra una actitud negativa ante la idea del control de armamento -explica Pikáev-. En segundo lugar, los norteamericanos planean emplazar en el espacio sistemas cinéticos activos, en particular, brilliant pebbles, "piedras guiadas" capaces de destruir ojivas de misiles, o artefactos metálicos cuneiformes, diseñados para perforar búnkeres subterráneos."
EEUU tardará al menos diez años en llevar a la práctica estos planes, sostiene el científico ruso. No obstante, el Ejército norteamericano ya dispone de armas espaciales: misiles interceptores GBI que ya están en servicio operacional en Alaska y en California y serán instalados en Polonia. Por sus características es un misil de alcance medio, similar al chino "matón de satélites", pero destinado a destruir cabezas de combate en órbita.
Nadie cree que EEUU firme el tratado propuesto, pero según parece, Pekín y Moscú planean alcanzar otros objetivos. "Es un intento de sacar del atolladero la Conferencia de Ginebra que desde 2001 no puede redactar siquiera una agenda -dice Pikáev-. Además, se pretende presentar a EEUU como país enfrascado en la tarea de desmantelar el sistema de tratados internacionales existente. Eso convertirá a EEUU en blanco de críticas masivas."
