La OTAN ha vuelto a responsabilizar a Rusia del estancado Tratado sobre Fuerzas Armadas Convencionales en Europa (FACE). La semana pasada, la sede de la Alianza en Bruselas emitió una declaración en la que llamó a Moscú a "levantar la moratoria sobre la participación rusa en el FACE". La OTAN, de hecho, ha repetido las condiciones de hace años, cuando el FACE había estado funcionando sólo en provecho de los países de la propia Alianza Atlántica.
Está claro que Rusia no pudo conformarse con tal estado de cosas y el presidente Vladímir Putin finalmente decretó la moratoria. "Rusia no procederá a levantarla hasta que todos ratifiquen el Tratado adaptado", expresó.
En Bruselas ya saben la respuesta del Kremlin pero, no obstante, siguen con la suya. Es porque la víspera de la cumbre de la OTAN se busca culpar a Moscú de las pocas medidas de seguridad en Europa. O sea, se busca mostrar que la Alianza se deshace por cooperar con Rusia pero ésta sigue intransigente y no desea cumplir los acuerdos de Estambul de 1999.
Entretanto, Moscú no se cansa de explicar que los acuerdos de Estambul no tienen nada que ver con el proceso de ratificación del Tratado Adaptado sobre Fuerzas Armadas Convencionales en Europa. Son documentos totalmente distintos y su entrelazamiento no favorecerá al entendimiento entre las partes.
De manera que la reciente declaración de Bruselas indica que no se logrará hacer resucitar el FACE: ni en Bucarest ni en la ciudad rusa de Sochi, donde los mandatarios ruso y norteamericano deben entrevistarse próximamente. Así las cosas, el presidente electo de Rusia, Dmitri Medvédev, se verá obligado a empezar desde cero y eliminar los subterfugios diplomático-militares.
