La prosperidad petrolera todavía permite aplazar una serie de reformas necesarias para el desarrollo de las instituciones en Rusia, constata el diario Vedomosti en su editorial del lunes.
Solamente las reformas financiera, fiscal y bancaria han aportado algunos resultados, piensan los expertos de Alfa Bank, los cuales han evaluado el grado de cumplimiento de los objetivos planteados por el Gobierno ruso hace ocho años. La creación del Fondo de Estabilización, la reducción de la tasa del impuesto sobre beneficios y la del IRPF, así como la introducción de un sistema de seguros sobre depósitos bancarios son factores que explican el éxito de la política aplicada en estos últimos años en el terreno económico. Al mismo tiempo, ha fracasado la reforma de pensiones y sigue prácticamente sin implementar la liberalización del sistema bancario, el cual permanece dominado por las entidades públicas y con la presencia del capital foráneo que no excede el 12% de los activos totales.
Todavía queda sobre papel la reforma del sector de vivienda y servicios municipales: las tarifas van en aumento; la ley de concesiones no ha entrado en vigor; y la estructura del sector se mantiene inalterable. El recorte de la presión administrativa sobre las pequeñas y medianas empresas también sigue siendo un objetivo a lograr: estas entidades aún tienen escaso protagonismo en la economía rusa y no generan más que el 17% del PIB. La reestructuración del monopolio del gas, Gazprom, y el de ferrocarriles, RZD, ha sido excluida prácticamente de la agenda, y la reforma del grupo electricista RAO EES se lleva a cabo con un retraso considerable. En cuanto a la gestión pública, la reforma administrativa ha llegado a ponerse en práctica pero ha sido reconocida como un fracaso y continúa actualmente en dirección distinta, ajustándose a la medida del nuevo primer ministro.
Al mismo tiempo, Rusia logró estabilidad macroeconómica en los últimos siete años, redujo drásticamente su deuda externa, incrementó el superávit público, acumuló reservas en el Fondo de Estabilización y en el Banco Central e invirtió su balanza de pagos atrayendo el pasado año capitales por valor de 81,2 mil millones de dólares mientras que siete años tuvo un reflujo de US$24,8 mil millones. Ahora bien, la economía rusa sigue dependiendo de la exportación de hidrocarburos en el mismo grado que antes. La importancia del petróleo y el gas en las exportaciones de Rusia se mantuvo al alza en los últimos años hasta alcanzar el 69% en el primer trimestre de 2008. Las materias primas generaron entre el 50% y el 60% de los ingresos públicos que Rusia obtuvo en el período de 2006-2007. El mismo sector fue el motor principal para el incremento de la inversión foránea. Si lo descontamos, resultará que el volumen de las inversiones extranjeras directas (IED) es prácticamente invariable: del orden del 1% del PIB. La industria del combustible no pesa mucho en la producción del PIB (5,8%) pero sí es la fuente más importante del dinero para la economía rusa.
A Holanda y a Chipre les corresponde entre un 60-70% de las inversiones extranjeras directas en Rusia, lo cual significa con mucha probabilidad que se trata de la repatriación de capitales rusos. El fenómeno tiene sus aspectos positivos, dado que los inversores reparan menos en la crisis global, pero también negativos, porque también prestan cada vez menos atención al clima inversionista. El índice del atractivo para la inversión, calculado por Alfa Bank, dejó de crecer en 2006.
El actual incremento de la inflación también es atribuible en gran medida a los problemas estructurales: el aumento de tarifas, el crecimiento de la importación, las subidas salariales y la expansión del gasto público. Si se implementaran en Rusia las reformas estructurales, sería posible reducir el efecto negativo de las tendencias inflacionistas a escala global,
Los indicadores macroeconómicos de Rusia continúan creciendo de forma estable pero otros, relacionados con la calidad del entorno empresarial, siguen estancados, y es ello lo que destaca a Rusia con respecto a los demás países, piensan los expertos del Instituto ruso para las economías en transición.
La renta petrolera conserva el estado actual de las instituciones. Lo que Rusia necesita probablemente es algún estímulo externo. El ingreso en la OMC y en la OCDE, por ejemplo, contribuiría a la "importación de las instituciones", experiencia que fue un éxito en los países de la Europa Oriental. Eso sí, el deseo de seguir un camino propio podría hacerle a Rusia un flaco servicio en esta materia también.
