Moscú, 19 de mayo, PL, para RIA Novosti. Jorge Petinaud. Una breve estancia del Septeto Nacional Ignacio Piñeiro en Rusia aglutinó hoy a cientos de amantes de la música antillana, ansiosos de ver de cerca esa leyendas del son cubano.
La agrupación fundada el 13 de diciembre de 1927 por el llamado poeta de ese género, cuyo nombre conserva el conjunto, viajó desde La Habana a Moscú para realizar una sola actuación junto al show del cabaret Tropicana en un exclusivo club militar moscovita.
Tal impacto causaron las ejecuciones de los siete artistas en un medio donde para cuidar su imagen muchas estrellas doblan sobre la base de fonogramas, que de boca en boca la noticia circuló por la capital de la Federación rusa.
En particular provocó comentarios y expectativas por su virtuosismo el bongosero Francisco Oropesa (Matador), quien electrizó al público con sus improvisaciones.
Ansiosos de fotografiarlos o lograr un autógrafo, integrantes de las escuelas donde con el nombre de salsa se aprende aquí el estilo de bailar ritmos de origen cubano denominado Casino, organizaron en 24 horas una velada en homenaje a los músicos.
Como por efecto de magia, cientos de bailadores concurrieron al llamado, a pesar de que no existía el compromiso de que el Nacional actuara.
En tanto, agrupaciones especializadas en música latina hicieron acto de presencia con sus instrumentos, esperanzados de mostrar su valía a los artistas cubanos.
Para todos resultó una grata noticia conocer que los herederos de Piñeiro iniciarán próximamente la gira europea de verano "Desafiando el destino 2008" por nueve países, y que Rusia podría ser el décimo, según proposiciones que se evalúan.
Junto al Septeto Habanero (1920), el Típico de Sones (1924) y Los Naranjos (1926), el Nacional Ignacio Piñeiro sustenta una tradición que en el siglo XXI se proyecta hacia el futuro con la fuerza de una tormenta tropical y la autenticidad de los puros Habanos.
