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Crisis puede ayudarle a Rusia consolidar sus posiciones en el mercado de armas latinoamericano. Vedomosti

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La crisis financiera global ayudaría al armamento ruso a competir con mayor eficacia con la industria militar estadounidense, tradicional importador de material bélico a América Latina, y también con la brasileña que viene cobrando cuerpo estos últimos años, escribe en su edición de hoy el prestigioso diario ruso Vedomosti.

La industria rusa de Defensa afronta hoy los mismos problemas que todo el sector productivo en su conjunto. Según el Centro de Análisis de Estrategias y Tecnologías (Rusia), la lentitud de las transferencias bancarias, el déficit de los créditos y otras consecuencias de la crisis representan un verdadero flagelo para las empresas militares, obligadas al mismo tiempo a gastar más en el transporte y componentes debido a la inflación. Expertos del Centro opinan que el Gobierno ruso adoptó medidas anti-crisis con retardo, por lo cual no descartan el cierre de algunas plantas del complejo militar-industrial.

La necesidad de apretarse los cinturones y reducir los gastos presupuestarios, sin lugar a dudas, desacelerarán el impetuoso crecimiento de las exportaciones e importaciones de armamentos a escala mundial. Entre 2000 y 2007, el mercado mundial de armamentos aumentó de los US$22.000 a los US$55.100 millones. El mercado ruso creció de los US$3.700 a los US$7.500 millones. Muchos Estados se verán obligados a reducir las compras del armamento y material bélico.

Pero, por paradójico que pueda parecer, el futuro cercenamiento de los dispendios militares en varios países podría favorecer al complejo militar-industrial de Rusia. En esta tesitura, las visitas que el presidente Dmitri Medvédev realizará esta semana a Brasil y Venezuela. Algunos países que no reemplazaron o modernizaron el material de guerra en los años prósperos, de todas formas no pueden renunciar al rearme de sus Ejércitos nacionales. De lo contrario, verían fuertemente reducido el nivel de su disponibilidad operacional. Según el centro investigativo Forecast International (EEUU), entre esta categoría figuran importantes países latinoamericanos como Argentina, Brasil, Colombia y México (sin hablar ya de la nación amiga Venezuela que planea adquirir armamentos rusos por valor de US$4.400 millones).

La mayoría de los países del subcontinente tradicionalmente compra aviones, buques y carros de combate de producción estadounidense. Estos años últimos, Brasil, por ejemplo, prefiere encargar para su Ejército armamentos de fabricación nacional. En medio de la crisis, las armas rusas pueden competir perfectamente en las licitaciones con las estadounidenses, europeas y brasileñas. El material aeronáutico, blindado, sistemas de defensa antiaérea y armas de tiro son homologables por su calidad con modelos análogos norteamericanos o europeos, pero son 20% ó 40% más baratos. Además, son más fáciles de manejar. Para operarlos no se requiere un alto nivel de instrucción. Y, lo que es fundamental, los equipos son más fáciles de reparar, incluso en condiciones de campaña, utilizando herramientas sencillas.

Brasil también podría optar por los cazas rusos Su-35 y solicitar asistencia tecnológica para la construcción de submarino. Los cazas brasileños de momento están en fase de desarrollo y los trabajos I + D requieren cuantiosos recursos financieros.

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