Otra renuncia de un primer ministro georgiano que apenas estuvo tres meses en el cargo ha provocado discusiones sobre las perspectivas políticas del régimen en Tbilisi, escribe en su edición de hoy el periódico ruso "Kommersant". La rotación de primeros ministros en la política georgiana augura la caída de Saakashvili, según la opinión tanto de sus opositores en Georgia como en el Kremlin. Sin embargo, hacer estás conclusiones es demasiado prematuro.
El primer ministro en este tipo de sistema político como el actual en Georgia, no es una figura clave e importante. Reiteradas veces hemos sido testigos de que los primeros ministros georgianos no han podido crear alguna estructura de oposición influyente. Su discrepar con el presidente Saakashvili no son nada estratégico en lo que respecta a temas claves. A parte de sentirse ofendidos personalmente por el presidente no tienen programas alternativos interesantes ni nuevas ideas.
La sociedad georgiana se resiste a reconocer su derrota en lo concerniente a las repúblicas de Osetia del Sur y Abjasia, lo que es también un hecho importante. En este contexto, los apellidos y biografías de los ministros juegan un papel absolutamente secundario.
Finalmente, el futuro político de Saakashvili se decidirá en una capital que no será Tbilisi. Actualmente, en Washington se está evaluando la herencia que a Barack Obama le dejaron los neoconservadores. En este sentido se analizan muy seriamente las consecuencias del apoyo al régimen de Saakashvili que pueden provocar una nueva confrontación con Rusia y de si realmente vale la pena secundar a la "flamante democracia" en Georgia.
No se puede esperar que la política estadounidense de un giro de 180 grados. EEUU no tiene esa tradición. Pero es muy posible que la administración Obama haga ciertas correcciones al respecto, las cuales pudieran provocar serios cambios en Georgia. Precisamente estas correcciones serán objeto de análisis más importante que pronósticos relativos a los nuevos enroques en Tbilisi.
