Bangkok, 27 de julio, RIA Novosti. La prensa de Tailandia sigue atentamente el desarrollo de acontecimientos en torno a la elefanta Nataly, la que durante el último mes mató a siete habitantes de una provincia meridional del país, informó hoy el periódico Thai Post.
El primer incidente se produjo a finales de junio. La elefanta domesticada se desprendió de la cadena y en un inexplicable ataque de furia mató a tres personas, pisoteándolas. El dueño la ató a un árbol con una cadena aún más gruesa. Pero el 15 de julio Nataly logró escapar y atacó a cuatro personas que encontró a su camino, dándoles muerte.
A duras penas se pudo capturarla. Las autoridades y la opinión pública de la provincia desarrollan acalorados debates pensando qué hacer con el animal asesino.
A nadie se le ocurre proponer quitarle la vida, pues el elefante, además de ser fiel ayudante del hombre, se percibe en el país como un miembro de la familia, y hasta como un animal sagrado. En particular, los elefantes blancos (albinos) se acogen como símbolo del budismo y atributo del poder real.
Somchak Chubán, funcionario de 55 años, adquirió la elefanta asesina hace medio año. El anterior dueño le advirtió que Nataly había atacado a un ser humano en una ocasión.
Los expertos no encuentran explicación para la conducta tan agresiva de esa hembra. Es que los elefantes machos se ponen "rabiosos" en los períodos de celo. Los dueños notan de antemano el acercamiento de tal período y aíslan al animal oportunamente o lo ponen en un lugar cercado donde hay hembras.
Pero los ataques sistemáticos por parte de una hembra son un caso muy raro.
A Nataly la habrá ofendido un ser humano en el pasado. Los elefantes tienen muy buena memoria y nunca olvidan la ofensa, afirman expertos.
