Moscú, 17 noviembre, RIA Novosti. El mensaje del presidente peruano, Alan García, en el que denuncia un caso de espionaje chileno generó hoy en la prensa distintas opiniones, que oscilan entre el apoyo diverso y mayoritario y la crítica implacable.
El respaldo se refleja en los titulares de casi todos los diarios, que resaltan la dureza de los términos usados ayer por el mandatario, que calificó la ofensa como repulsiva, propia de una republiqueta y de la envidia.
El comentarista Augusto Álvarez, del diario La República, frecuente crítico del gobierno, afirma que la declaración presidencial fue "una respuesta atinada para una situación compleja".
Esa situación demanda "la combinación del rechazo enérgico a un acto repulsivo con la serenidad para dejar esa puerta abierta que la diplomacia siempre requiere; así como impedir que se empuje al país a una carrera armamentista".
Por su parte, el veterano periodista César Hildebrandt, fuerte crítico del ejecutivo y del mandatario, dice que "hizo bien García en denunciar ante la opinión pública global esta felonía", llamarla repulsiva y en convocar a la serenidad.
"Chile se ha quedado cogido en la trampa del zorro. Sus analistas pensaron que si el Perú descubría la red de espionaje montada en Lima no diría nada de pura vergüenza. No se esperaron la denuncia pública", añade.
El director del diario opositor La Primera, César Lévano, coincide con el líder nacionalista Ollanta Humala y otros opositores, en sostener que la reacción de García fue tibia y carente de energía ante la magnitud de la ofensa.
Para Lévano, el mensaje "tiene todas las características de su oratoria: improvisación inflamada, ausencia de severidad".
"Frente a la acción descarada de Chile contra la soberanía y la seguridad del Perú, a García no se le ocurrió nada mejor que exculpar a la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, y sus ministros", lo que dio pie a que Santiago negara estar involucrado.
En casos como éste, cualquier mandatario con sentido de responsabilidad hubiera preparado por escrito un mensaje firme sin ser provocador, que fuera una respuesta condigna a la actitud agresiva de Chile, opina Lévano.
Añade que "García, que tiene la lengua fácil para amenazar con represión a los peruanos, no dijo nada sobre el necesario reforzamiento de la defensa nacional" e insistió en una "actitud blandengue y concesiva respecto de Chile".
