Sarkozy recluta incondicionales en el nuevo gobierno de Francia

© RIA Novosti . Sergey Guneev / Acceder al contenido multimediaNicolas Sarkozy
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Año y medio antes de las elecciones presidenciales en Francia, Nicolas Sarkozy vio con claridad que sólo podrá ganar si se inclina todavía más hacia la derecha.

Año y medio antes de las elecciones presidenciales en Francia, Nicolas Sarkozy vio con claridad que sólo podrá ganar si se inclina todavía más hacia la derecha.

Y para el efecto, emprendió una profunda reorganización de su Gabinete de Ministros, destituyendo incluso  a quienes demostraron las más leves tendencias centristas.

En realidad, a lo largo de los últimos meses en Francia se habló mucho de cambios en el gobierno nacional, y antes de producirse, había una débil esperanza de que serían por el bien del país, para finalizar los programas económicos y relajar de alguna manera las tensiones tras las “revueltas de las pensiones” del pasado verano y otoño. Pero desafortunadamente esas esperanzas resultaron vanas.

¡Decida ya, Señor Presidente!

Después de la reorganización del gabinete, quedó patente que los planes de Sarkozy era crear un equipo fiel para su  futura campaña electoral.
De hecho, se puede decir que ni siquiera fue reorganización, sino el arranque de la campaña electoral, es decir, una serie de preparativos para el año 2012. No en vano dejó en su cargo a Francois Fillon, “cerebro” de la anterior campaña electoral y que le garantizó a Sarkozy la presidencia del país.
Sarkozy mantuvo a sus ministros en vilo tanto tiempo que, a lo largo de los últimos seis meses, los titulare sólo estaban preocupados por cómo conservar su cartera, en lugar de trabajar por el pueblo francés.

Más o menos esa fue la opinión que expresó la líder de los socialistas franceses, Martin Aubry, tras conocerse la nueva composición del gobierno. Y el europarlamentario del Partido ecologista, el antiguo insumiso y líder de la “revolución” estudiantil de 1968, Daniel Cohn-Bendit, sin pensárselo dos veces, llamó a Sarkozy “sádico” que trata a sus ministros como “un Rey a sus sirvientes”. Parece que algo así es lo que pasó.

Para neutralizar al rival, hay que hacerlo miembro de tu equipo

Sarkozy sustituyó al más o menos centrista ministro de Asuntos Exteriores, Bernard Kouchner, por la antigua Ministra de Justicia, Michele Alliot-Marie, de extrema derecha. El ex primer ministro, Alain Juppé, asumió el cargo de ministro de Defensa. Los dos recibieron las carteras de secretarios de Estado, lo que equivaldría al puesto de Viceprimer ministro.

Por cierto, Alain Juppé es una figura bastante curiosa de la política francesa: se había elevado en su momento hasta alturas increíbles, siendo primer ministro con el gobierno del presidente socialista Francois Mitterand y con el conservador Jacques Chirac.

Hubo un cierto momento en que estaba tan cercano a Chirac, que se le empezó a llamar “el hijo del presidente”. Juppé tuvo que abandonar la política con mayúsculas en 1994, tras haber sido investigado y sentenciado a una condena condicional por haber realizado operaciones poco claras con los fondos de su Partido.

Para los conservadores, Juppé sigue siendo uno de los pilares “anti-socialistas”, gozando de un gran prestigio. El último cargo que asumió fue el de alcalde de la ciudad de Burdeos.

En total, Sarkozy cambió 16 ministros, reduciendo al mismo tiempo su número de 37 a 30. La reorganización difícilmente conducirá a un cambio significativo de la política, incluida la exterior, llevada a cabo por el presidente francés. Se trata, más bien, de quitar lo que sobraba y formar un equipo enérgico, eficiente y verdaderamente de derechas. 

El máximo mandatario francés se da cuenta perfectamente de que después de las “guerras por las pensiones” y su dilapidado prestigio no conseguirá atraer los votos de los indecisos, de aquellos ciudadanos que tradicionalmente no saben muy bien por quién inclinarse, por los partidos de derechas o los de izquierdas (y son más del tercio de los electores).

Sarkozy ha apostado por las fuerzas de derecha que no dudarán, en su opinión, en unirse contra los socialistas que están ganando respaldo. Es decir, deberán unirse, según tiene planeado Sarkozy, precisamente alrededor de él, Nicolas Sarkozy.

Con este objetivo en mente han sido incluidos en su equipo el actual primer ministro de Francia, François Fillon, y el antiguo jefe del gobierno, Alain Juppé. Dicho sea de paso, Fillon supera en popularidad a Sarkozy (el 48% contra el 30%, de acuerdo con las últimas encuestas).

Por su parte, Juppé supera a Sarkozy en cuanto a prestigio entre los votantes de derecha. Todo parece indicar que se está aplicando el antiguo principio: si quieres neutralizar a tu rival, hazlo miembro de tu equipo.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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