Los tres mejores años de relaciones entre Rusia y EEUU

© RIA Novosti . Ekaterina Shtukina / Acceder al contenido multimediaBarack Obama y Dmitri Medvédev
Barack Obama y Dmitri Medvédev - Sputnik Mundo
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Entre todo lo dicho durante el encuentro del presidente ruso, Dmitri Medvédev, y su homólogo estadounidense, Barack Obama, celebrado al margen de una cumbre internacional sobre seguridad nuclear en Seúl, destaca una frase clave.

Entre todo lo dicho durante el encuentro del presidente ruso, Dmitri Medvédev, y su homólogo estadounidense, Barack Obama, celebrado al margen de una cumbre internacional sobre seguridad nuclear en Seúl, destaca una frase clave.

“Creo que esos tres años han sido tal vez los mejores de la última década de relaciones entre Rusia y EEUU”, declaró el jefe de Estado ruso. ¿Qué tuvieron estos años de bueno? Quizás que por primera vez durante mucho tiempo las diplomacias de ambos países intentaron entablar una sincera amistad entre Rusia y EEUU, no importa que el resultado del intento sea bastante confuso.

Depende de cómo se mire

Desde que Medvédev y Obama se conocieron en Londres el 1 de abril de 2009, tuvieron once encuentros personales. Los dos presidentes volvieron a hacer un resumen general de los resultados conseguidos en estos tres años en Seúl, aprovechando su visita a la cumbre internacional sobre seguridad nuclear.

EEUU apoyó el ingreso de Rusia en la Organización Mundial de Comercio (OMC), aunque esto responde a sus propios intereses ya que es ventajoso para todos tener las mismas reglas comerciales. No se consiguió un acuerdo sobre el escudo antimisiles en Europa y tampoco para Oriente Próximo. En cambio, se firmó y se ratificó el Tratado de Reducción de las Armas Estratégicas (START III). Por cierto que fue en Seúl donde se perfiló la idea de ampliar el tratado para las armas de mediano alcance almacenadas.

En general, los avances no parecen muy relevantes. Pero para evaluar estos “tres mejores años” hace falta analizar qué era lo que pretendía conseguir cada parte. A los que pretendían que Rusia y EEUU se fundieran en dulce armonía pero obtuvieron solo la OMC y el START, los resultados conseguidos les podrán parecer poca cosa. Pero los que planteaban unos objetivos más modestos, se quedarán satisfechos.

Sin prestar atención

En torno al año 2000 participé en una conferencia en el condado de Kent cerca de Londres en la que intervino el destacado ideólogo de la administración republicana de EEUU Thomas Graham, que anunció con una voz de metal las principales directrices de la futura política de esta administración con respecto a Rusia. Una de ellos consistía en que Rusia ya no tenía la importancia de antes y la diplomacia estadounidense no prestará demasiada atención a este país eslavo.

Los que quedaron escandalizados con estas declaraciones fueron los británicos que apoyaban los procesos de democratización total de Rusia promovidos durante la presidencia de Bill Clinton. Sin embargo, los rusos respiraron con alivio: por fin la presión desde fuera se aflojó.

Durante la presidencia de George Bush, Estados Unidos adoptó la postura pronosticada por Graham, y además Washington se consideraba tan omnipotente que ni siquiera prestaba oído a sus aliados en Europa. Hacía lo que le parecía en cuanto al cambio de los regímenes en los países del “eje del mal”. Con respecto a Rusia la política estadounidense se reducía a la instauración de regímenes absurdos pero proamericanos alrededor del país eurasiático (Georgia, Ucrania) con su posible ingreso en la OTAN. Hay que reconocer que la amenaza resultaba muy contundente.

La estrategia de Vladimir Putin a este respecto se basaba en la siguiente mensaje: somos lo suficientemente fuertes e independientes como para decir de EEUU lo que pensamos y no temer las consecuencias, y en algunos casos podemos también hacer lo que nos conviene.

Fue un episodio agotador y apasionante de la historia de la diplomacia mundial. Pero el cálculo de Moscú resultó ser cierto: para 2005 se hizo evidente que EEUU sobrevaloró su omnipotencia y cada vez está más cerca del fracaso. Mientras, Rusia recuperó su condición perdida de potencia mundial independiente.

Para el final del mandato de ambos presidentes – el de EEUU y el de Rusia – las relaciones bilaterales no es que se hubieran metido en un callejón sin salida, simplemente entre los dos países no había conexión: no se esforzaban de verse ni oírse el uno al otro.

En busca de las afinidades

El colmo de la situación llegó en agosto de 2008 cuando Georgia atacó a Osetia del Sur, que entonces formaba parte de la república georgiana, causando víctimas entre la población civil y los pacificadores rusos allí desplegados. Cabe señalar que la decisión sobre el contraataque ruso fue tomada ya por el nuevo presidente ruso, Dmitri Medvédev, mientras Vladimir Putin, en calidad de primer ministro, tan sólo informó de ello a su viejo amigo George Bush. Éste no tuvo nada que decir en respuesta.

No importa que el ataque ordenado desde Tbilisi se emprendiera en contra de las recomendaciones de EEUU, según se supo luego. Lo que importa es que a partir de este momento el prestigio ya mermado de EEUU se desplomó definitivamente más de un mes antes de empezar la crisis económica.

De modo que mientras Barack Obama tuvo que actuar en medio de una crisis, Dmitri Medvédev se vio al timón de un país fortalecido: esto les ayudó a hablar de igual a igual. Pero no se trataba solo de hablar, lo realmente importante de los “tres mejores años” fue el intento de buscar sectores afines para establecer la cooperación.

Y esto fue lo más complicado. Tanto la política exterior de Moscú como la de Washington se sostienen gracias al apoyo de sus respectivas sociedades, no puede cambiar radicalmente. ¿Qué es lo que tenemos a fin de cuentas?

Sí, cooperamos en Afganistán, pero no es evidente que continuemos haciéndolo cuando EEUU retire de allí las tropas. En Irán también cooperamos, pero mientras Washington apoye las negociaciones. En cuanto a lo que ocurrió en Libia, Rusia no impidió que este país llevase a cabo aniquilaciones, lo cual no contribuyó precisamente al aumento de popularidad de Medvédev, que justo estaba vacilando si postularse como candidato a la presidencia o no (el resultado es conocido).

Respecto a Siria, EEUU y Rusia coinciden ahora en que lo que necesita el país no es un cambio de régimen sino una reconciliación nacional. Pero públicamente la administración estadounidense declara lo contrario. Y en lo que se refiere a la cooperación económica, tampoco es muy intensa y la situación tardará en cambiar.

No obstante, comparando con los primeros años del último decenio las relaciones ruso-estadounidenses tienen mejor pinta. Ojalá el proceso continúe.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

 

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