China comienza periodo de cambios profundos

© RIA Novosti . Maria TshaplyginaChina entra en la época de cambios profundos
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El pasado martes, en Pekín se inauguró la sesión de la Asamblea Popular Nacional y era de esperar que se centrara en la renovación de la cúpula de poder.

El pasado martes, en Pekín se inauguró la sesión de la Asamblea Popular Nacional y era de esperar que se centrara en la renovación de la cúpula de poder.

Sin embargo, no será más que un procedimiento rutinario. Las candidaturas de Xi Jinping como presidente y de Li Keqiang como presidente del Consejo de Estado, fueron anunciadas con antelación y presentadas a los diputados de la Asamblea en el Congreso del Partido Comunista en noviembre del año pasado.

Lo que no deja de despertar interés es que en China se haya llegado a entender la necesidad de introducir cambios radicales en el modelo del desarrollo del país. Todo ha de someterse a cambios, empezando por el concepto “China es el taller mundial” y acabando por el aire.

Del 'smog' a las tormentas de polvo

El Parlamento chino se reúne en los primeros días de primavera. En Pekín hace sol y muy buen tiempo. La semana pasada el viento helado que vino del desierto de Gobi dispersó el espeso 'smog' que envolvía la capital china. La venenosa neblina que había causado estragos en el equipo de medición por los altísimos niveles de sustancias contaminantes ha desaparecido sin dejar rastro. Ahora es posible ver toda la enorme ciudad y no sólo los contornos de las casas más cercanas.

El problema es que en primavera el desierto de Gobi pierde su capa de nieve y empieza a enviar a Pekín tormentas de polvo. En los últimos años fue retirado de la ciudad un gran número de fábricas, incluida la metalúrgica, que echaban al aire humos asfixiantes. De modo que antes se respiraba todavía peor, porque los barrios antiguos se calentaban con carbón.

Shanghai también desde siempre estuvo envuelto en una neblina húmeda y se solía referir a la enorme ciudad de Chongqing sobre el río Yangtsé como un espacio venenoso entre dos cordilleras. A día de hoy el aire allí es mucho más puro.

El problema no es reciente y no se debe exclusivamente al desarrollo industrial. Se intenta darle solución y a veces incluso se consiguen algunos éxitos. La única diferencia es que antes la contaminación del aire no se veía como una amenaza inaceptable ni se responsabilizaba al Gobierno por ella. Pero la sociedad china ha cambiado.

Durante varios meses anteriores a la sesión de la Asamblea Nacional se celebraron acalorados debates sobre las tareas que deberían plantearse las autoridades. La ecología pasó a formar parte de las prioridades hace poco tiempo y antes se solía nombrar entre los problemas más graves la pobreza de las zonas rurales y la migración de los habitantes de estas zonas a las ciudades.

Otro problema que se planteó en el congreso del pasado noviembre fue el comportamiento de los funcionarios del partido en vista de la pobreza existente. Y, contra todo pronóstico, en los documentos del partido apareció el asunto de la ecología. El problema acabó por llamar la atención pública, al ser cortada el agua dos semanas antes de la sesión del Parlamento en un barrio de 60.000 personas, debido a un accidente con la tubería y al consiguiente vertido de gasolina al río local. Y también, al estallar en Shanghai un escándalo a causa de la reventa de aceite usado por unos restaurantes a otros. De modo que no es sólo cuestión de la contaminación del aire.

El problema es intensamente discutido en Internet y cubierto por los medios de comunicación. La conclusión es inesperada: no se quiere el PIB actual, si no es respetuoso con el medio ambiente. Un grupo de investigadores está intentando calcular el “PIB verde”, deduciendo del total lo obtenido a costa de la contaminación medioambiental. De lo contrario, no se podrá plantear nuevos objetivos económicos.

Renunciando al liderazgo a favor de la ecología

Los cambios de la mentalidad en China son realmente vertiginosos: hace tan sólo un año todo el mundo se preguntaba cómo se podría vivir con unos ritmos de desarrollo más bajos. El Gobierno y los analistas se mostraban preocupados por las posibles revueltas sociales provocadas por los índices económicos escasamente estables.

Pero actualmente se puede asegurar que la nueva sociedad china en primer lugar exige de las autoridades del país el necesario nivel de servicios sociales, incluida la calidad del aire. Esta exigencia se ha añadido a la antigua aspiración de seguir desarrollándose y vivir mejor.

De acuerdo con los pronósticos, para 2016 China podría alcanzar a EEUU y más tarde dejarlo atrás, convirtiéndose de esta forma en la primera potencia mundial. Es evidente, sin embargo, que el Gobierno no está dispuesto a sacrificar el aire ni el agua ni el medio ambiente en general. Tampoco está mal ser la segunda superpotencia del mundo. Y el actual modelo del desarrollo ha de ser modificado.

Porque el principio según el cual “China es el taller mundial” significa que las fábricas que echan humo apestoso a la atmósfera fabricarán productos destinados a otros países. El sector de exportaciones, sin embargo, aporta cada vez menos al PIB chino: tan sólo un 24,5% contra el 34% registrado en 2006. Y esta tendencia se mantendrá, dado que un alto nivel de desempleo de Estados Unidos y en los países europeos hace que la demanda caiga. Por otra parte, mejor para la ecología…

Al alcanzar la renta per cápita el nivel de 12.000 dólares anuales (para China estos índices han sido pronosticados para 2018) muchos países ralentizaron sus ritmos de desarrollo. Entraron en la fase de “producción para consumo propio” y en una época de requisitos más estrictos en la esfera de la defensa medioambiental. Estamos presenciando el nacimiento de un país con objetivos definitivamente distintos de los anteriores. Entre los llamamientos no se oye hablar de “una China fuerte”, ni de que “China es la primera superpotencia mundial”, sino de “China, un país bonito”.

Las dos semanas que durará la sesión de la Asamblea Popular Nacional estarán dedicadas generalmente a los debates y finalizarán con la elección de los nuevos dirigentes. De esta forma se marcan las tendencias globales, pero las actividades legislativas se realizan de forma ininterrumpida a lo largo de todo el año. Y los debates permiten juzgar sobre el futuro plan del Gobierno, que englobará la solución del problema medioambiental, la puesta en práctica del concepto de “la nueva urbanización”, el desarrollo de las tecnologías innovadoras y la creación de un Estado social que garantice a todos sus ciudadanos la asistencia sanitaria y las pagas de jubilación.

En China se está formando una visión compartida de cómo hay que seguir moviéndose. Y es curioso seguir el proceso, porque con el país asiático, a diferencia de con Europa, sí que no podríamos comparar. El sistema socialista se sometió a reformas con una década de diferencia y muy a menudo se consiguieron avances parecidos y se cometieron errores iguales.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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