Gueorgui Fliorov, un físico fiel a sus principios

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El 2 de marzo de 2013 se cumplieron cien años del nacimiento de Georgui Fliorov, uno de los más importantes físicos nucleares del siglo XX.

El 2 de marzo de 2013 se cumplieron cien años del nacimiento de Georgui Fliorov, uno de los más importantes físicos nucleares del siglo XX.

Descubrió toda una serie de nuevos elementos de la tabla periódica y fue uno de los creadores de la primera bomba atómica soviética.

La leyenda dice que fue precisamente Fliorov el que convenció a Stalin empezar las investigaciones sobre el uso militar de la energía atómica. En cualquier caso, después de la creación de la primera bomba atómica, Fliorov se dedicó a otro tipo de investigaciones científicas por completo distintas.

Guennadi Fliorov era un apasionado de la física nuclear. En los años 30, trabajó en el Instituto Técnico de Física de Leningrado, conocido por haber agrupado a la flor y la nata de la física soviética.

En el periodo anterior a la Segunda Guerra Mundial, en este instituto trabajaron muchos de los mejores científicos de la época, desde el laureado Lev Landau hasta Gueorgui Gamov, que acabaría emigrando a Occidente. Todos eran extraordinarios especialistas con unas fuertes personalidades.

Cabe destacar que en ese instituto científico se acabaría formando el núcleo de lo que luego sería el proyecto atómico de la Unión Soviética: el líder del proyecto Igor Kurchátov, su segundo Anatoli Alexándrov, el físico del proyecto Gueorgui Fliorov, el ingeniero jefe Yuli Jariton y el técnico en explosivos Yákov Zeldóvich, todos ellos debían de algún modo su carrera al centro de investigación de física nuclear de Leningrado.

Tras el inicio de la guerra los conocimientos teóricos hubieron de encontrar aplicación práctica y los investigadores se dedicaron en cuerpo y alma a la solución del problema. Gueorgui Fliorov, por su parte, se presentó voluntario para ir al frente.

Según contaría más tarde, no se le aceptó enseguida, sino que se decidió darle primero algún tipo de formación especial. Se convirtió en subteniente técnico de la Fuerza Aérea y experto en el equipo de a bordo de los aviones de combate. Pero su interés por la física no se desvaneció, todo lo contrario, la cuestión de las reacciones en cadena no le daba sosiego. Estaba tan inmerso en las reflexiones que en un momento dado empezó a apelar a todos los organismos competentes, intentando probar la importancia de las investigaciones de la división de uranio.

En Rusia esta actitud nunca ha dado demasiados resultados, pero aquella vez todo fue distinto.

Una carta que lo decidió todo

La principal leyenda relacionada con la vida de Gueorgui Fliorov insiste en que escribió una carta a Iosif Stalin y le hizo ver el futuro de las armas nucleares, tras lo cual empezaron las investigaciones pertinentes. Es una versión algo tergiversada, porque la carta del físico al jefe del Estado fue su último intento de, cómo el mismo dijo, “romper con la cabeza una pared de ladrillo”. “Esta carta es la última que voy a escribir, después de ella me resignaré a esperar a que Alemania, el Reino Unido o Estados Unidos consigan ser los primeros en dar la solución a este problema”, indicó en su carta.

En las numerosas cartas que había enviado a los más poderosos destinatarios Fliorov insistía en que el uso militar del uranio era posible: “habría que tener presente siempre que el Estado que sea el primero en crear la bomba atómica podrá imponer sus condiciones al mundo entero”. Aseguraba también haberse enterado de un importante detalle de los programas nucleares extranjeros.

¿Qué es lo que entendió Fliorov?

El físico actuó como un buen analista del servicio de inteligencia quien leyó entre líneas en las fuentes abiertas. Estudiando los artículos científicos más recientes, se fijó en que de las revistas occidentales habían desaparecido casi por completo materiales sobre la física nuclear. Parecía sospechoso después de una verdadera avalancha de trabajos publicados a finales de los años 30. En 1939 los físicos Otto Hahn y Fritz Strassmann hicieron un importante descubrimiento al fijarse en la división de los núcleos de uranio bombardeados por los neutrones. El propio Gueorgui Fliorov descubrió en 1939 un nuevo tipo de fisión de uranio, el “espontáneo”. A estos éxitos les siguió un silencio absoluto.

Gueorgui Fliorov dedujo que los militares se habían interesado en serio por las tecnologías nucleares. “Este silencio no significa que ya no se realicen trabajos de investigación, porque ni siquiera se publican los artículos que representan continuación lógica de los materiales anteriormente publicados. Este tema oculta y es el mejor testimonio de que el trabajo realizado en el extranjero en realidad es muy intenso”, argumentó el físico en una de sus cartas.

Abogando por una solución ya tomada

Las autoridades del país estaban al tanto del problema: los informes correspondientes fueron considerados en 1942 por los organismos competentes. Se llegó a comprobar la versión de la desaparición de artículos especializados formulada por Fliorov. En el informe firmado en junio de 1942 por Vitali Jlopin, quien encabezaba el  comité para los estudios de uranio, se indica lo siguiente: “Esta circunstancia, a mi parecer, es el único argumento que hace pensar que los correspondientes estudios tienen importancia y han recibido el estatus de información clasificada”. Los argumentos de Gueorgui Fliorov estaban demostrando ser muy acertados. Llegó el momento de la verdad. “Habrá que hacerlo”, dejó caer Stalin en verano de 1942, tras conocer el informe general.

Oficialmente Gueorgui Fliorov “abogó por una decisión que ya estaba tomada”. En agosto de 1942 se reunió a los físicos más brillantes del país y el 28 de septiembre se firmó el decreto sobre la organización de los trabajos de investigación sobre uranio. El proyecto de la bomba atómica soviética había empezado.

Se marchó para ser fiel a sus principios

En Occidente se suelen comparar las biografías de dos creadores de armas nucleares, Robert Oppenheimer y Yuli Jaritón, aunque habría que comparar al físico estadounidense con Gueorgui Fliorov.

Dicen que Oppenheimer desempeñó un papel clave en la creación de la bomba atómica en EEUU, pero más tarde se negó a dirigir los trabajos de la creación de armas termonucleares y se dedicó a promover la campaña antibélica. Gueorgui Fliorov, encargado de la parte física del proyecto nuclear soviético, lo abandonó un año después de su cumplimiento en 1949.

Dejó las armas, pero no la física nuclear. En 1967 empezó a dirigir el laboratorio de estudio de reacciones nucleares del Instituto de estudios nucleares. Se planteó objetivos indudablemente pacíficos: la obtención de nuevos elementos de la tabla periódica, los “pesados transuránicos”. Bajo su dirección fueron sintetizados los elementos con los números de 102 al 107. En 1998 se anunció la obtención del elemento con el número 114, su existencia no se confirmó hasta 2011 y en mayo 2012 a título póstumo se le concedió el nombre de flerovio (Fl).

Su elección parece haber sido más honesta que la de Oppenheimer que sucumbió a la tentación de meterse en política, bien por el sentimiento de culpabilidad bien por otros motivos. Gueorgui Fliorov tanto antes del proyecto nuclear como después de éste tenía muy claro qué estaba haciendo y cuál era su objetivo. Será el rasgo característico de los científicos verdaderos: tener claros sus planteamientos. Entenderlo antes que los demás y no cambiar de opinión.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

 

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