Si los países BRICS - Brasil, Rusia, la India, China y Sudáfrica - no reaccionan a la petición de ayuda enviada por el presidente sirio Bashar Asad, las consecuencias pueden ser “impredecibles”, opina el politólogo ruso Valeri Kedov.
La semana pasada se dio a conocer el contenido de una carta de Asad remitida al presidente sudafricano, Jacob Zuma, en vísperas de la cumbre de la organización, a celebrarse el próximo 26 de marzo. En la misiva, el líder del país árabe pide a los BRICS intervenir directa o indirectamente en el conflicto sirio para ayudar a detener la violencia en el país.
“La solicitud de ayuda de Asad es bastante lógica si tenemos en cuenta el incremento del grado de la injerencia en el conflicto sirio de fuerzas exteriores, incluidos varios países occidentales y monarquías árabes”, explicó Kedov.
Según el politólogo, la petición del líder sirio está dirigida, en primer lugar, a Rusia y China.
“Es evidente que se dirige, en primer lugar, a Rusia y también a China, porque precisamente Moscú y Pekín continúan respaldando el régimen sirio en el Consejo de Seguridad de la ONU, y Rusia además sigue cumpliendo sus contratos militares con Siria”, señaló.
Al mismo tiempo, Kedov dudó que la petición de Asad tenga consecuencias reales, como una intervención directa en Siria por parte de los países miembros del grupo BRICS “porque ésta podría provocar un conflicto global”.
Lo que sí se presenta como una opción viable, es que los dirigentes de Brasil, Rusia, la India, China y Sudáfrica aprueben una resolución que condena tajantemente la violencia en Siria, provocada por la oposición armada, y que llame al diálogo entre las partes enfrentadas.
“Más allá de eso la cosa no irá”, pronostica Kedov y añade que sin conseguir el apoyo de los mencionados países y, en vista de recientes éxitos de los rebeldes en las afueras de Damasco, el régimen de Asad puede dar pasos “impredecibles” para salir del atolladero en el que se encuentra.
