El enviado especial de Naciones Unidas y la Liga Árabe para Siria, el argelino Lakhdar Brahimi, se vio este miércoles bajo el fuego cruzado del Gobierno de Damasco y la oposición, que llegó a exigir incluso su dimisión.
La Coalición Nacional de las Fuerzas de la Revolución y la Oposición Siria (CNFROS) emitió un comunicado diciendo que Brahimi “debe dimitir y reconocer el fracaso de la misión que le ha sido encomendada”.
En marzo pasado, la Liga Árabe traspasó a esta alianza opositora el escaño de Siria, vacante desde que los países miembros suspendieran la participación del Gobierno de Damasco.
La CNFROS considera que la postura de Brahimi impide lograr consenso en el Consejo de Seguridad de la ONU. Se muestra especialmente molesta con un reciente informe de Brahimi, en el que el enviado denunció la presencia de miles de mercenarios extranjeros en las filas de la oposición armada.
También el Ministerio de Asuntos Exteriores de Siria criticó hoy la actuación de Brahimi al afirmar que sus recientes declaraciones en el Consejo de Seguridad de la ONU “superan sus competencias de mediador internacional en el arreglo”.
Brahimi, al intervenir en una sesión del Consejo a puertas cerradas, dijo supuestamente que la situación en Siria es desesperanzadora y el diálogo entre las partes en conflicto resulta imposible. Asimismo, comentó que la negativa de Bashar Asad de presentarse para una reválida en 2014 contribuiría mucho a la solución del conflicto”.
Damasco fue menos radical que la CNFROS y dijo que seguirá cooperando con Brahimi en su calidad de enviado de la ONU. La cooperación con la Liga Árabe terminó cuando ésta decidió excluir a Siria, según Exteriores.
