Llegará el momento en que dejemos de considerar el accidente en la central nuclear de Chernóbil como una catástrofe de importancia planetaria.
Se irá la gente en cuya vida interfirió aquella explosión y se disiparán los miedos.
¿Qué es lo que nos quedará de aquella tragedia? Un eterno agradecimiento a quienes no escatimaron salud ni esfuerzos para liquidar las consecuencias del desastre y una colosal experiencia.
En los años transcurridos desde el 26 de abril de 1986 la central de Chernóbil se ha convertido casi en un laboratorio científico, donde se probaron técnicas que permitían minimizar el daño causado al medio ambiente.
Quienes trabajaron en la liquidación de las secuelas forman un mundo aparte. No se consideran héroes: era su trabajo y había que salvar al país. Las experiencias de los científicos no tienen precio, sólo se las podía conseguir con miles de vidas que quedaron literalmente encima del destruido techo del cuarto bloque de la central.
Conozco a mucha gente que ha recibido grandes dosis de radiación en Chernóbil. Y curiosamente son fervientes defensores del desarrollo del sector. Porque conocen de primera mano qué debe ser temido. No sólo siguen vivos y sanos, sino que trabajan de forma activa, investigando y ocupando puestos de relevancia en la Agencia de Energía Atómica de Rusia.
Al ocurrir el accidente en la central japonesa de Fukushima, los científicos rusos, basándose en los datos obtenidos en Chernóbil, consiguieron calcular con años de antelación el desarrollo de los acontecimientos. Desde 2011 hasta el momento actual todos sus pronósticos se han confirmado.
Rusia comparte experiencias por las que ha pagado un precio muy alto Las experiencias obtenidas en Chernóbil son aprovechadas por todo el mundo. Aquellos países que, a diferencia de Japón, consideraban la posibilidad de un accidente en una central nuclear, intentaban no perderse nada e invitaban a nuestros expertos para que compartan sus conocimientos. Estados Unidos, Francia y otros países cooperan con los científicos rusos en el perfeccionamiento del sistema de seguridad en el sector de la energía atómica.
Las experiencias de Chernóbil son extremadamente valiosas, pero aún más valiosa es la disposición de Rusia de ayudar a cuantos lo necesiten. Los científicos tienen muy claro que el accidente de Chernóbil desde hace tiempo forma parte de la historia universal. No sólo por haber afectado sus consecuencias al mundo entero, sino porque los conocimientos recibidos durante la liquidación de las secuelas han de pertenecer a todos. Para que la tragedia nunca vuelva a repetirse.
Llegará el momento en el que dejemos de ver el accidente en la central nuclear de Chernóbil como una catástrofe. Pero nunca podremos olvidarla.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI
