El escándalo en torno a los diplomáticos rusos acusados por la Justicia estadounidense de estafa con seguros de Medicaid por 1,5 millones de dólares tiene claras connotaciones políticas, opinan varios expertos citados hoy por el diario Kommersant.
De los 49 diplomáticos y sus familiares salpicados por el escándalo, la mayoría han abandonado ya el territorio de EEUU. Once aún permanecen en el país pero volverán a Rusia en un futuro próximo.
Supuestamente ocultaron ingresos reales y proporcionaron datos falsos para recibir del programa Medicaid subsidios por maternidad en el período de 2004 a 2013.
Tratándose de diplomáticos extranjeros, lo habitual es no airear los problemas sino plantearlos ante las legaciones correspondientes.
“Haber tolerado las infracciones a lo largo de nueve años para luego, de la noche a la mañana, desvelar un expediente ya preparado, eso ya es política”, señaló una fuente diplomática en Moscú al calificar el incidente de “espectáculo”.
Otro diplomático ruso, residente en EEUU y familiarizado con el asunto, dijo que es una provocación.
“Los estadounidenses han consultado más de una vez con nosotros diversos temas relacionados con la permanencia de diplomáticos rusos en EEUU pero nunca han planteado este asunto”, aseguró.
Yuri Rogulev, director del Fondo de Estudios Americanos de la Universidad de Moscú, resaltó que detrás del escándalo está el grupo usado anteriormente contra el empresario Víctor Bout y el piloto Konstantín Yaroshenko, dos nacionales rusos que actualmente cumplen penas de prisión en EEUU.
El principal acusador esta vez es el fiscal del Distrito Sur de Nueva York, Preet Bharara, a quien Moscú incluyó en la llamada “lista Guantánamo”, de los funcionarios estadounidenses que supuestamente violaron los derechos de ciudadanos rusos.
También podría ser una respuesta de Washington a la decisión del Comité de Investigación de Rusia que abrió un expediente penal por el “tráfico” de menores rusos en EEUU.
Sin embargo, todos coinciden en que Moscú y Washington no tienen ningún interés en inflar el escándalo.
