Las autoridades moldavas están exaltadas por los primeros éxitos en el proceso de la integración con la Unión Europea pero sus ciudadanos se sienten alarmados por la destrucción del sistema estatal del país, escribe Rossiyskaya Gazeta.
El primer tema en las conversaciones con los habitantes de Chisinau es el estatus oficial del idioma rumano, decidido por las autoridades. Muchos no entienden el motivo, ya que el moldavo y el rumano son prácticamente la misma lengua.
Algunos indican que esta decisión pone la Declaración de la Independencia por encima de la Constitución. Según una periodista, Natalia, es el primer paso para que Moldavia deje de ser un Estado aparte.
Sin embargo, la mitad de los habitantes de Chisinau habla ruso pero entre los jóvenes dominar la lengua eslava es cada vez menos frecuente. Siguen entendiendo el ruso pero se orientan ante todo a Europa.
Moldavia afronta numerosos problemas, en particular la corrupción y la salida masiva de los habitantes a otros países en busca de trabajo. Los jóvenes también se van para estudiar y en muchos casos se quedan.
Mientras, el periódico Nezavisimaya Gazeta, citando la Embajada moldava, afirma que en los trenes de Rusia para Moldavia ya tienen asientos reservados para los moldavos deportados por las autoridades rusas.
Según el ministro de Exteriores de Rumania Radu Podgorean en caso de que Rusia interponga limitaciones para los migrantes, unos 600.000 moldavos se verán obligados a volver a su patria. Las estadísticas muestran que casi un 70% de los migrantes moldavos trabaja en Rusia.
La prensa moldava afirma que ya ha habido casos cuando los agentes rusos hacían bajar a los moldavos en la frontera. Algunos estiman que es la consecuencia de que Moldavia rubricó el acuerdo sobre asociación y zona económica libre con la UE.
