Últimamente los que se consideran líderes de la Ucrania de hoy llaman a fabricar bombas atómicas y misiles intercontinentales para que el país vuelva a ser una potencia nuclear, comenta hoy el diario Rossiyskaya Gazeta.
Los llamamientos públicos a abandonar el régimen de no proliferación nuclear y de control de tecnología de misiles se escuchan en Ucrania desde hace tiempo, pero se han intensificado sobremanera en los últimos meses.
Cabe recordar que tras el colapso de la Unión Soviética, una parte de las armas nucleares quedó en el territorio de Bielorrusia y Ucrania, que proclamaron su independencia. Pero Minsk y Kiev no tardaron en entregarlas a Moscú.
No se debía a motivos humanitarios, simplemente al sentido de autoconservación. En aquellos tiempos de inestabilidad política, era peligroso responsabilizarse del arsenal nuclear. El 5 de diciembre de 2004, en Budapest se suscribió el memorándum sobre el estatus no nuclear de Ucrania.
Pero cinco años después, el 28 de agosto de 2009, la Administración de la provincia de Ternopol pidió a los entonces presidente Víctor Yúschenko y primera ministra Yulia Timoshenko rescindir el acuerdo de Budapest y recuperar las armas nucleares. La petición quedó desatendida.
Para que Kiev obtenga el estatus nuclear debe hacerse con su propio armamento atómico, una tarea complicada y costosa, prácticamente irrealizable en la Ucrania de hoy.
No obstante, los provocadores "nucleares" son peligrosos incluso sin la bomba atómica. El peligro es real si se tiene en cuenta la tecnología de misiles que ha quedado en Ucrania. Los misiles balísticos más potentes del mundo, los R-36M2 Voevoda, fueron diseñados y fabricados por la empresa Yuzhnoe, situada en la ciudad ucraniana de Dniepropetrovsk. La empresa conserva toda la documentación técnica.
Según ha trascendido, representantes de Yuzhnoe entablaron en Turquía "conversaciones secretas con socios potenciales" mientras que en Dniepropetrovsk avanzan negociaciones oficiales con representantes de China.
Esto no debe preocupar a Rusia, pero sí a Estados Unidos. Ucrania está al borde de la bancarrota y transferirá su tecnología de misiles al que acepte pagar más. Los especialistas ucranianos, que han quedado sin trabajo, tienen todo el derecho moral de vender sus conocimientos sea a China, Irán o Corea del Norte, y no hay duda de que cobrarán buen dinero.
